Los grupúsculos propenden a la aberración por una simple razón estadística. De tal constatación se deducen las consecuencias vitales de cierto tipo de clandestinidad, política o justamente estadística (ni se les ve, salvo que se sea un experto) o ambas.
Sin embargo, el grupúsculo oscila entre la ensoñación de la mayoría, de las masas millonarias, y la ensoñación de los pocos elegidos. Cancelar la oscilación da lugar a la camarilla, alegres camaradas que se palmean los hombros o se acaban acuchillando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario