Una caja es un corte practicado a conciencia. Fuera y dentro. La caja perfecta es de paredes opacas a todo esfuerzo y refractarias a nuestra imaginación. Podemos imaginar que una caja delante de nosotros nos negará por siempre su secreto. O, alternativamente, que todo lo que conocemos o hemos imaginado, o que llegaremos a pensar, vive dentro de una caja y que fuera está el resto de esa caja, que no hay un exterior. Y sin imaginar siquiera, ni desde estas líneas, que hay un fuera inalcanzable, que esto es una caja y que todas las puertas conducen inevitablemente a estas mismas estancias ensimismadas. Luego queda el truco de inscribir la palabra "inimaginable".
Donald Webber, Por una teoría contructivista de la imaginación, New York, 1987.
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