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jueves, octubre 05, 2006

Crónica

¿Qué más podemos pedirle al día, si junto con todo lo demás, hemos visitado, Bernardo, Pedro, el estudio de Ángel Compairé y hemos salido ebrios comme il faut o comme il fauve, ebrios de color, de memoria, de un point of vantage que absorbe todo lo visible, de un alfabeto infinito, que resume y reúne tiempos como siempre entangled for ever?
¿Qué más podemos pedirle a la noche de otoño si hemos dicho adiós a la anterior carcasa del Café Bretón, mientras componíamos pompierrots un hermoso cuadro de carcamales de Calanda o de La Almolda, fungiendo no de buscadores de algún tiempo perdido, sino habiéndonos dado de morros con un temps retrouvé sin necesidad de un trou de ver?
Podemos pedir, pero nada como lo que hemos podido tener, como todo lo que hemos tenido, tan de regalo, tan sin haberlo podido imaginar.

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