The Imitation Game. En 1795, escribía y daba a la luz en dos entregas Fichte este escrito. El verano acaba y corresponde pasar a tomos gruesos, al contrario de lo sucedido cuando hará unos pocos años hice talar un abeto azul y una pícea que amenazaban los cimientos de mi casa, y de momento me conformo ahora con un mero nogalillo. Así que cerramos este entretenimiento para pocos con esta última entrega y regresamos a más arduos quehaceres.
wo es genug ist, mich von allem Antheil an jener Philosophie loszusagen
Hay aquí el enlace con la filosofía, hay la creación del léxico (que al principio no es tal, sino un conjunto de signos, cada uno para un estado de cosas relevante, tal vez sujeto a una modalidad y siempre listos para el tributo performativo, y hay también la gramática)
Sobre el dicho enlace, el lenguaje nos aclara que existen otros yos en el no-yo, los hace necesarios, pero por ahí nos seguimos porque, indolentes como somos, la falta de rigor estival llevaría a que algunos idearan un yo incapaz de atender a su propia constitución, o de tener en cuenta en sus elucidaciones psoteriores este proceso de constitución que obligadamente ha debido tener lugar en la selva del no-yo, cuando -por lo mismo- no podía haber ni yo ni no ni selva.
Sobre los otros dos asuntos, más ceñidamente categoriales, esto es, que admiten y precisan de un análisis que puede llegar a resultados importantes sin ser trascendentes, Fichte defiende la tesis de que el desarrollo de la gramática descarga de significado, de fuerza, las unidades (que hasta entocnes no lo eran) léxicas, lo que contribuye a una mayor versatilidad de la lengua. En una situación comunicativa concreta (de las que imaginaba Fichte protagonizadas por Hug el troglodita, no de las que postulan autores más recientes) el carácter holístico de una palabra sola, de una pre-palabra, iba ligado a una reacción de las que investigan los etólogos. Esas pre-palabras eran signos más completos por así decir, incluso descontando la escasa capacidad de los etnógrafos de las películas que perjuran que por ejemplo ptkali' quiere decir "el amanecer del pájaro azul junto al manantial", como si unas breves consideraciones no bastasen a concluir que el nativo les está engañando en lo que hace al sistema global de su lengua. El desarrollo de la gramática pone el peso en otro lugar, las palabras comienzan a existir como tales porque y cuando se vacían.
mi pensas, tial mi estas
Mientras a Polonia se la dividían una vez más y España firmaba tratados y acuerdos con Estados Unidos, hacía quince años que se había muerto Rousseau y le quedaban seis de vida a Herder, aseguraba Fichte que, camino de la lengua perfecta, reflejo sin espejo del pensamiento, desembocaríamos en el alemán, final de una historia que había comenzado cuando la Razón (a iniciativa de algún o algunos pocos héroes más capaces) se encargó de construir el lenguaje para una mejor transmisión de los pensamientos, para una más apta comunicación de la comunidad, de los señores y de los comunes, pues esa invención del lenguaje exigía ya una asimetría política.
Lo que uno puede preguntarse es si se necesita de la Razón para una tarea como esta, o siquiera de la voluntad (pues el acuerdo o el contrato los ha excluido el autor), porque al final las ilustraciones episódicas de la acuñación de nuevos símbolos nos suelen remitir a situaciones en que entendimiento, intuición o meros estímulos y respuestas suelen bastar a tal propósito. Ahora bien, si no nos convence distinguir entre tales facultades, y si tampoco admitimos que la Razón viva en todas partes, pero no especialmente en nuestras cabezas, entonces, claro, lo que nos queda es Fichte