A propósito del pandemónium teheraní de estos días se ha hablado, por eufemismo irónico y generoso, de marginalidad académica. Tal etiqueta encierra, desde luego, situaciones contradictorias y que merecen muy distinta valoración y aprecio.
Una de esas marginalidades sería la de los Faurisson y compañía, la cual tendría algo en común con la de los vendedores de misterios ufológicos o paranormales. Y esa nota común sería la eficacia, para la calidad del paño que venden, de su retórica, su capacidad para convencer más allá de cualquier infinitesimal potencia que pudiera quedar de racionalidad en sus tesis.
El convencimiento que logran opera a favor de factores sociológicos varios, pero hay uno que merecería destacarse: Y es que se atacan las dificultades de la tesis contraria. Se simula criticar una posición establecida, como si lo establecido por el hecho de serlo fuera malo y criticar fuera bueno, aunque sólo lo fuera formalmente. Esto es, se aprovecha el aura que el disfraz del espíritu crítico aportaría. Otra cosa es que no se engañe a quien no se deja.
Esto a su vez enseña algo sobre la pragmática de la ciencia, que es empresa colectiva, y enseña algo sobre la capacidad de los científicos revolucionarios (o no tanto), un día marginales. No se basan éstos en la negación simple de lo establecido, sino en la subsunción de lo aceptado en un esquema más amplio. Esto es es señal también de que cuando se indica que una "revolución científica" produce una simplificación, tal cosa sólo se da en apariencia, en una parte del todo, pero no en el todo.
La rebeldía de los negacionistas, de los ufólogos, etc. es una rebeldía de simplificación. La prueba de la racionalidad sería una ganancia de complejidad conjunta semántica y sintáctica de las teorías, que no es lo mismo que el barroquismo inútil. Una sintaxis compleja no es una sintaxis con muchas reglas ad hoc, sino una sintaxis con principios muy potentes, capaz de coordinarse con una semántica talmente rica. Si la navaja de Ockham fuera tanto sintáctica como semántica sería una navaja viciosa y no virtuosa.
Habrá que reconocer que queda por explicar qué es eso de la complejidad conjunta sintáctica y semántica. Anotemos, por sucedáneo y ejemplo, que el creacionismo es menos complejo que casi cualquier teoría evolucionista porque su sintaxis es ridícula: cualquier relación se explica por una sola causa, un sólo símbolo aparece al final de todos los teoremas. En el evolucionismo, las causas son las contingencias que se dan en cada caso concreto, de manera que no se contradigan los mecanismos que operan a cada nivel.
La comparación es también posible entre dos teorías racionales: el copernicanismo es más complejo que los sistemas anteriores porque su sintaxis recoge más económicamente los mismos fenómenos (la misma semántica) que el sistema ptolemaico: éste tendría más palabras, pero menos gramática. Finalmente, los hechos de los que habla la mecánica de Newton serían esos fenómenos más las esencias que se representan en la teoría, etc.
Por eso, el negacionismo, el creacionismo, la ufología... son más sencillos, más fáciles de aprender y complican menos las meninges que sus alternativas, aunque lo importante no sería sólo este aspecto subjetivo de la cuestión.
No hay iluminado que no simplifique, aunque esto –hemos de decir– no es, ni mucho menos, la teoría completa de los iluminados.
Una de esas marginalidades sería la de los Faurisson y compañía, la cual tendría algo en común con la de los vendedores de misterios ufológicos o paranormales. Y esa nota común sería la eficacia, para la calidad del paño que venden, de su retórica, su capacidad para convencer más allá de cualquier infinitesimal potencia que pudiera quedar de racionalidad en sus tesis.
El convencimiento que logran opera a favor de factores sociológicos varios, pero hay uno que merecería destacarse: Y es que se atacan las dificultades de la tesis contraria. Se simula criticar una posición establecida, como si lo establecido por el hecho de serlo fuera malo y criticar fuera bueno, aunque sólo lo fuera formalmente. Esto es, se aprovecha el aura que el disfraz del espíritu crítico aportaría. Otra cosa es que no se engañe a quien no se deja.
La rebeldía de los negacionistas, de los ufólogos, etc. es una rebeldía de simplificación. La prueba de la racionalidad sería una ganancia de complejidad conjunta semántica y sintáctica de las teorías, que no es lo mismo que el barroquismo inútil. Una sintaxis compleja no es una sintaxis con muchas reglas ad hoc, sino una sintaxis con principios muy potentes, capaz de coordinarse con una semántica talmente rica. Si la navaja de Ockham fuera tanto sintáctica como semántica sería una navaja viciosa y no virtuosa.
Habrá que reconocer que queda por explicar qué es eso de la complejidad conjunta sintáctica y semántica. Anotemos, por sucedáneo y ejemplo, que el creacionismo es menos complejo que casi cualquier teoría evolucionista porque su sintaxis es ridícula: cualquier relación se explica por una sola causa, un sólo símbolo aparece al final de todos los teoremas. En el evolucionismo, las causas son las contingencias que se dan en cada caso concreto, de manera que no se contradigan los mecanismos que operan a cada nivel.
La comparación es también posible entre dos teorías racionales: el copernicanismo es más complejo que los sistemas anteriores porque su sintaxis recoge más económicamente los mismos fenómenos (la misma semántica) que el sistema ptolemaico: éste tendría más palabras, pero menos gramática. Finalmente, los hechos de los que habla la mecánica de Newton serían esos fenómenos más las esencias que se representan en la teoría, etc.
Por eso, el negacionismo, el creacionismo, la ufología... son más sencillos, más fáciles de aprender y complican menos las meninges que sus alternativas, aunque lo importante no sería sólo este aspecto subjetivo de la cuestión.
No hay iluminado que no simplifique, aunque esto –hemos de decir– no es, ni mucho menos, la teoría completa de los iluminados.
1 comentario:
"No hay iluminado que no simplifique..." He ahí el látigo que nos aplican toda clase de iluminados, la resolución de su sí o no.
Otras vez más, gracias.
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