El duodécimo mes y sus trampas atmosféricas. Del invierno a la paradójica sorpresa de alguna mañana templada o algún sol protegido. El duodécimo mes y los cierres de balance que ya dimos por imposibles en los ejercicios de juventud ociosa.
Diciembre es un mes que nos invita a mirar a enero y eso nos libra de algún disgusto de sabor retrospectivo y aspecto amargo. Miramos a un vacío ridículo en sus oropeles de triunfos renovados, de evitados errores.
Diciembre y su cielo con un cazador y algún animal fiel, o peligroso, o escondido. Las sombras de las noches de diciembre, la gris luz de sus mañanas en el valle. La niebla que lame despojos con la elegancia geométrica de un meteoro lento e inasible.
Diciembre es un mes que nos invita a mirar a enero y eso nos libra de algún disgusto de sabor retrospectivo y aspecto amargo. Miramos a un vacío ridículo en sus oropeles de triunfos renovados, de evitados errores.
Diciembre y su cielo con un cazador y algún animal fiel, o peligroso, o escondido. Las sombras de las noches de diciembre, la gris luz de sus mañanas en el valle. La niebla que lame despojos con la elegancia geométrica de un meteoro lento e inasible.
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