Así, que se entretiene vd. comprobando las correcciones que Google hace a las cadenas de búsqueda que le propone. Este primer ejemplo que me trae es curioso. Mire, a “fantasía cataléptica” (191) le sale con “fantasía catalítica” (370), lo cual es ciertamente fantástico, aunque propio quizá, se me ocurre, de la España de los sesenta, de los inviernos en inmuebles sin calefacción central. O quizá lo pudiéramos recrear como la fantasía de un químico acelerado. Entiéndame que todo esto es por decir algo, esto es, por unir a esta segunda cadena un rácimo de ocurrencias encadenadas, ya me conoce.
En cualquier caso, supongo que se toma con el estoicismo debido estas sugerencias de Google, que pueden ser hasta, como dice la gente, creativas. Tómese a bien también éstas mías.
Hoy mismo, precisamente, me decía yo que disculparse por un insulto era una operación parecida: Más que un “no quise yo decir” se trata de sustituir unas palabras por otras.
Pero también podemos comprender de idéntica o análoga manera el disfraz tenue, pretendidamente marcado por el ingenio y que se quiere engañoso, con que se viste a algunos insultos.
El silogismo, en su caso, o una simple proporción que se establece entre tres o cuatro términos, nos pide sustituir una cadena por otra. Parecerá que es una figura de pensamiento, pero ese razonamiento está ya recogido en el diccionario de Google, aquí a favor de las datos de frecuencia con que cuenta. Sólo tenemos sintaxis. Cambiamos unas palabras por otras con un automatismo digno un perro cartesiano.
Al mismo tiempo, se me ocurre (y ya que estamos en ésas) que el autor del insulto sufre tal vez la fantasía de la fantasía cataléptica. En el sentido (ya sabe que en este país Ortega nos autorizó a malinterpretar a los estoicos) de que piensa aprehender así a unos enemigos que ha de distinguir con su cruzada de escritorzuelo. O quizá en el sentido orteguiano, son esos enemigos de su pequeña patria los que le tienen a él bien aherrojado. En su pasividad, se representa a sí mismo activo. No, no me pregunte si he ido al cine últimamente. La última vez fue cuando el cine no se había inventado. Ya sabe, si llevamos las cosas al límite se convierten en otra cosa. En fin, esperaré otras nuevas curiosidades con gusto. Y déles recuerdos a sus compañeros de mi parte. Utilice la cadena que mejor le parezca.
En cualquier caso, supongo que se toma con el estoicismo debido estas sugerencias de Google, que pueden ser hasta, como dice la gente, creativas. Tómese a bien también éstas mías.
Hoy mismo, precisamente, me decía yo que disculparse por un insulto era una operación parecida: Más que un “no quise yo decir” se trata de sustituir unas palabras por otras.
Pero también podemos comprender de idéntica o análoga manera el disfraz tenue, pretendidamente marcado por el ingenio y que se quiere engañoso, con que se viste a algunos insultos.
El silogismo, en su caso, o una simple proporción que se establece entre tres o cuatro términos, nos pide sustituir una cadena por otra. Parecerá que es una figura de pensamiento, pero ese razonamiento está ya recogido en el diccionario de Google, aquí a favor de las datos de frecuencia con que cuenta. Sólo tenemos sintaxis. Cambiamos unas palabras por otras con un automatismo digno un perro cartesiano.
Al mismo tiempo, se me ocurre (y ya que estamos en ésas) que el autor del insulto sufre tal vez la fantasía de la fantasía cataléptica. En el sentido (ya sabe que en este país Ortega nos autorizó a malinterpretar a los estoicos) de que piensa aprehender así a unos enemigos que ha de distinguir con su cruzada de escritorzuelo. O quizá en el sentido orteguiano, son esos enemigos de su pequeña patria los que le tienen a él bien aherrojado. En su pasividad, se representa a sí mismo activo. No, no me pregunte si he ido al cine últimamente. La última vez fue cuando el cine no se había inventado. Ya sabe, si llevamos las cosas al límite se convierten en otra cosa. En fin, esperaré otras nuevas curiosidades con gusto. Y déles recuerdos a sus compañeros de mi parte. Utilice la cadena que mejor le parezca.
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