Recordaba aquellas horas en la cueva. Aquel tiempo del que tenía memoria, esa memoria, reunía cueva y Sol porque fuera -aire, luz, cielo, pájaros- podía recordar y ver como esos pájaros en el cielo o la luz sobre los troncos del Sol de la tarde estaban hechos de lo mismo que las incertidumbres ahora de la cueva. O que los veía porque había estado en la cueva y sabía que la vista se alimenta de luz y de variadas sombras. O porque todo, cueva, las laderas soleadas, la pared blanca y algo rojiza, era necesario para que pudiera saber algo, o recordar algo. O recortar algo.
2 comentarios:
Me levanto de la tumba para dejar constancia aquí de mi asombro ante los casi nulos comentarios que "provoca" este blog.
Digo ¡glup! y me vuelvo a entierrar....
Ya que aquí abajo no tengo diccionario aclaro que no he querido decir que estoy lleno de tirria, no no no, quise decir que me vuelvo a enterrar, aunque ya sé que alguien aún querría volver a hacerlo por mí...
Y vuelvo a hacer hincapié en la soledad de este prosista de fondo. Ni aplausos ni pullas, solo el silencioso fluir de los más de 6.000 lectores (véase infra) que han visitado, leído o husmeado este inquietante blog.
Pues nada, regreso a mi apacible infierno.
Publicar un comentario