Supongo que exisitirá la leyenda con todas sus variantes de los Tres Magos condenados por el niño borde -como en alguno de los apócrifos- al que no le gustan los regalos que le traen, probablemente por su indiferenciabilidad extensional. Así, orientales errantes deben multiplicarse para la epifanía en su propia epifanía tan crecida y multiplicada. Su "milagro anual" (Gustavo Bueno) es una condena redoblada por las pasiones de las grandes superficies y otras aglomeraciones, sin contar con los caprichos de los camellos.
Pero no debemos ser impíos porque la tarea de los magos puede ser emprendida con gusto. De hecho, los santos no paran. Algunos en la gloria son más trabajadores que en su vida previa y mortal. En otras palabras, la gloria de algunos santos es hacendosa y sin un minuto de reposo. Aunque eso debe de ser el espíritu: un trabajar aéreo, valga el oxímoron.
Pero no debemos ser impíos porque la tarea de los magos puede ser emprendida con gusto. De hecho, los santos no paran. Algunos en la gloria son más trabajadores que en su vida previa y mortal. En otras palabras, la gloria de algunos santos es hacendosa y sin un minuto de reposo. Aunque eso debe de ser el espíritu: un trabajar aéreo, valga el oxímoron.
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