Si damos significado a pequeños olvidos o a descolgadas paramnesias, imperceptibles como un terremoto dedicado a las bestias más sutiles, todos los días se nos llenan de potenciales relatos de fantasmas. Mínimos o atómicos.
Individuos hay que corroboran su teoría espectral a cada pequeña ilusión, a cada objeto desplazado entre su memoria y su posterior percepción o a cada coincidencia. Es de notar que esa corroboración no es ni carnapiana ni popperiana. Ni es una pequeña corroboración. Porque para ellos los pequeños detalles simbolizan el cosmos con todos sus desórdenes. No son pequeñas historias, ni insignificantes y dudosos lapsus. Son historias completas por las que asoman todos los bestiarios aéreos y algún que otro imposible sin dilucidar.
Lo cual -y quizá estemos haciendo lo mismo- nos indica que en materia de relatos no hay átomos ni moléculas, salvo por convención sintáctica. Cada mínima historia contiene el mundo entero y parte del otro. Si uno se empeña, claro.
Individuos hay que corroboran su teoría espectral a cada pequeña ilusión, a cada objeto desplazado entre su memoria y su posterior percepción o a cada coincidencia. Es de notar que esa corroboración no es ni carnapiana ni popperiana. Ni es una pequeña corroboración. Porque para ellos los pequeños detalles simbolizan el cosmos con todos sus desórdenes. No son pequeñas historias, ni insignificantes y dudosos lapsus. Son historias completas por las que asoman todos los bestiarios aéreos y algún que otro imposible sin dilucidar.
Lo cual -y quizá estemos haciendo lo mismo- nos indica que en materia de relatos no hay átomos ni moléculas, salvo por convención sintáctica. Cada mínima historia contiene el mundo entero y parte del otro. Si uno se empeña, claro.
1 comentario:
Me dejas pasmao. Con tu permiso te enlazo esta entrada.
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