El País, sábado. En un rapto de escritura automática a Albert Branchadell se le escapa una información de carácter gremial. Primero diagnostica:
Testimonios como estos nos llevan a sospechar que una parte importante de la intelectualidad española, y dicho sea con todos los respetos, padece algún tipo de distorsión cognitiva, acaso reforzada por una cierta aprensión congénita hacia el valor del plurilingüismo.
Tras la cruel noticia, no deja pasar mucho tiempo afortunadamente sin que nos facilite la solución:
Los psicólogos disponen de una batería de terapias para superar la distorsión cognitiva.
Un comentario que suele rebotar, hay retóricas hechas para la retorsión. No incurre en ellas Bernardo Atxaga. Sus definiciones de lo vasco, del vasco que tantos vascos llevan dentro en la cámara oscura de su cinematografía, son implícitas, o más bien cosa de lo que la enunciación implica que de lo que afirma el enunciado. En la misma página:
La segunda razón [para que Txabi Echebarrieta matase] tiene que ver con la especificidad de la represión franquista en el País Vasco. No es que fuera más feroz que en Extremadura o en Cantabria, sino que fue más extensa, afectando incluso a la lengua. Vuelvo a acordarme de mi tío Tomás Campandegui: cuando él y sus socios compraron un nuevo barco de pesca y le quisieron llamar Guadalupeko Ama, no pudieron, y el barco tuvo que llamarse Virgen de Guadalupe. Y lo mismo ocurría con las inscripciones de las lápidas: nada de Goian bego; había que poner Descanse en paz. Independientemente de lo que se piense sobre las lenguas vernáculas, a nadie le puede caber duda lo mucho que influyó este aplastamiento cultural a la hora de justificar la violencia.
Testimonios como estos nos llevan a sospechar que una parte importante de la intelectualidad española, y dicho sea con todos los respetos, padece algún tipo de distorsión cognitiva, acaso reforzada por una cierta aprensión congénita hacia el valor del plurilingüismo.
Tras la cruel noticia, no deja pasar mucho tiempo afortunadamente sin que nos facilite la solución:
Los psicólogos disponen de una batería de terapias para superar la distorsión cognitiva.
Un comentario que suele rebotar, hay retóricas hechas para la retorsión. No incurre en ellas Bernardo Atxaga. Sus definiciones de lo vasco, del vasco que tantos vascos llevan dentro en la cámara oscura de su cinematografía, son implícitas, o más bien cosa de lo que la enunciación implica que de lo que afirma el enunciado. En la misma página:
La segunda razón [para que Txabi Echebarrieta matase] tiene que ver con la especificidad de la represión franquista en el País Vasco. No es que fuera más feroz que en Extremadura o en Cantabria, sino que fue más extensa, afectando incluso a la lengua. Vuelvo a acordarme de mi tío Tomás Campandegui: cuando él y sus socios compraron un nuevo barco de pesca y le quisieron llamar Guadalupeko Ama, no pudieron, y el barco tuvo que llamarse Virgen de Guadalupe. Y lo mismo ocurría con las inscripciones de las lápidas: nada de Goian bego; había que poner Descanse en paz. Independientemente de lo que se piense sobre las lenguas vernáculas, a nadie le puede caber duda lo mucho que influyó este aplastamiento cultural a la hora de justificar la violencia.
Se trata en efecto de marcar las distancias, con gran competencia historiográfica, olvídate tú y que se olviden los otros: nuestros propios mapamundis, la lengua distinta de todas las otras aunque sea geográfica. Nótese que todo concluye en una suerte de superlativo focalizado. La estupidez franquista retratada a través de su estúpida contraparte trente ans après con el gascón a punto de reunirse con Constance y reducida a historietas de presto contraejemplo.
De cualquier manera, las retóricas y las polémicas esconden querellas a un tiempo antiguas y modernas, porque si no es así, habrá que pensar que más que distorsiones o disonancias, de lo que se padece es de imbecilidad. En la entrega iscariótica de hoy, firmada por J. del Pino y J. Francés, se recoge lo que parece una evidencia palmaria:
De cualquier manera, las retóricas y las polémicas esconden querellas a un tiempo antiguas y modernas, porque si no es así, habrá que pensar que más que distorsiones o disonancias, de lo que se padece es de imbecilidad. En la entrega iscariótica de hoy, firmada por J. del Pino y J. Francés, se recoge lo que parece una evidencia palmaria:
Pero para James Robinson, experto en textos religiosos antiguos, el documento no permite la revisión de la figura de Judas porque está escrito, al fin y al cabo, 200 ó [la tilde es del blogero] 300 años después de los hechos que se relatan.
"Hay muchos evangelios de los siglos II, III y IV atribuidos a apóstoles, pero eso no nos permite asumir que ofrecen información real sobre el siglo I", asegura el especialista Robinson.
Sin embargo un portavoz del National Geographic le replica:
"Hay muchos evangelios de los siglos II, III y IV atribuidos a apóstoles, pero eso no nos permite asumir que ofrecen información real sobre el siglo I", asegura el especialista Robinson.
Sin embargo un portavoz del National Geographic le replica:
Un portavoz de National Geographic contesta que es "irónico" que Robinson -profesor emérito de la Universidad de Claremont (California)- plantee dudas sobre su validez "cuando él mismo trató de comprarlo, y ahora publica su propio libro a pesar de no haber tenido acceso al material".
En las palabras traducidas esplende el sustantivo validez. Validez, ¿para qué? El artículo ya comenzaba con "autentificación". Quiere decirse que no es una falsificación moderna. No se autentifica a un autor. Es más, se excluyen todos los del siglo I. Pero la máquina de no razonar tira vapor que es, lo que se dice, una barbaridad. Por lo que menos hasta que se comprueba qué palabras y qué intenciones corresponden a quién y se identifica mejor la máquina. Por ejemplo, que la respuesta nacionalgeográfica que el USA Today recoge no entra en esas valideces, invalideces o minusvalías del manuscrito. Y es que hay que controlar a los copistas. Por cierto, James Robinson es James M. Robinson, “America's leading expert on such ancient religious texts from Egypt”, aunque esto puede ser mera opinión.
En las palabras traducidas esplende el sustantivo validez. Validez, ¿para qué? El artículo ya comenzaba con "autentificación". Quiere decirse que no es una falsificación moderna. No se autentifica a un autor. Es más, se excluyen todos los del siglo I. Pero la máquina de no razonar tira vapor que es, lo que se dice, una barbaridad. Por lo que menos hasta que se comprueba qué palabras y qué intenciones corresponden a quién y se identifica mejor la máquina. Por ejemplo, que la respuesta nacionalgeográfica que el USA Today recoge no entra en esas valideces, invalideces o minusvalías del manuscrito. Y es que hay que controlar a los copistas. Por cierto, James Robinson es James M. Robinson, “America's leading expert on such ancient religious texts from Egypt”, aunque esto puede ser mera opinión.
Este mismo día, el mismo diario incluye un "Publirreportaje" de ocho páginas (which is said soon) sobre Marina d'Or y su nueva oficina en Oxford Street. Estamos preparando su traducción al copto o cóptico. Les mantendremos informados desde las cercanías del Desierto de las Palmas.
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