De secular, “[q]ue dura un siglo, o desde hace siglos”. Lo he recordado, lo he visto esta tarde. He visto el arte femenino de nadar (a braza) sin que al pelo moje la gota más microscópica y lo he reconocido como eterno o, al menos, digno de cronologías geológicas. He reenhebrado ese virtuosismo macarrónico de la braza Loch Ness, cervicales hacia atrás, en esfinge natatoria. He sentido la perplejidad masculina ante la inmiscibilidad de esas mujeres de secano ciudadano y su regata a la deriva.
Los varones –generalmente veteranos de las piscinas y del deporte provinciano–, que también alguno practica esa braza superacuática, no logran, sin embargo, evitar la salpicadura final, o la inmersión cefálica, o acaso la buscan. Las mujeres, estas mujeres, deben, y ciertamente su periscópico pescuezo constituye una exaptación estilística notable, evitar los tumultos infantiles y adolescentes; su nadar ha de tener algo de paseo lento y aleatorio a través del polígono piscineril, pero sólo en apariencia.
Las convenciones de la peluquería y la ordenada ontología que construyen: el cuerpo, del agua; la cabeza siempre del aire, que no de las nubes.
Los varones –generalmente veteranos de las piscinas y del deporte provinciano–, que también alguno practica esa braza superacuática, no logran, sin embargo, evitar la salpicadura final, o la inmersión cefálica, o acaso la buscan. Las mujeres, estas mujeres, deben, y ciertamente su periscópico pescuezo constituye una exaptación estilística notable, evitar los tumultos infantiles y adolescentes; su nadar ha de tener algo de paseo lento y aleatorio a través del polígono piscineril, pero sólo en apariencia.
Las convenciones de la peluquería y la ordenada ontología que construyen: el cuerpo, del agua; la cabeza siempre del aire, que no de las nubes.
2 comentarios:
Geniales, maestro. Este y el terminológico.
talmente cuando era pequeño viendo a mi madre y mis tías.
Publicar un comentario