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jueves, julio 13, 2006

Lavapiés de la teoría

La desconfianza hacia los compañeros de viaje de los pies y su consecuencia en la arquitectura piscineril. Suponemos que en nuestros días no se consideran los pies más sucios que el resto del cuerpo.
Pero por lo que hace a la teoría, podíamos pensar que las pelotillas de los pies son los hechos o las fallas de la teoría misma. De ahí que las teorías, como es sabido, aún se orlen de potentísimos lavapiés que eviten un contacto directo entre ellas y los cuerpos que les puedan resultar problemáticos.
La analogía quizá pueda extenderse y profundizarse, pero sólo haremos notar aquí que las teorías precisan de al menos un socorrista de guardia y, mientras que tal cosa ya no está al uso en las piscinas acuáticas, algunas de aquéllas todavía previenen, cartel mediante, del peligro de corte de digestión.
No nos apuntaríamos, sin embargo, a la vulgar opinión de que las teorías son todas con forma de riñón, como si procedieran inevitablemente de una etapa infantil o adolescente, pérgola, pádel, ¿o era tenis?

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