Vistas de página en total

viernes, julio 14, 2006

Solicitado por la afición

EL DÍA QUE AFEITÉ A MI ABUELO

Además del que a diario
siento mirar desde el espejo
el único rostro que yo afeité
fue un día el de mi abuelo.

En sus tiempos penúltimos
en el sanatorio, gris, blanco, ido
las mujeres de la familia decidieron
que yo con práctica le afeitase
pues ellas bien le reportaban
los otros cuidados, sin duda merecidos.

Recuerdo la experiencia
la espuma exigua que, por algo,
no cuajaba
la blanca barba que invisible se me hacía
su dureza.

Desarrollé una visión microscópica,
el plano objeto y el detalle se hacían universos
la cuchilla mellada
que hacía que la piel se tensara
como un volcán en cada poro.

Recuerdo esa tensión perdida
la juventud que la caja
da por paradoja
tras la última lucha o agonía.

Si algún día me es concedido
afeitar de nuevo el rostro anciano de mi padre
como él el mío en una primavera
de hace tiempo,
ya habré entonces comprendido
que solo un rostro afeito
que sólo miro el rostro éste del espejo.

Luego al tornar a la velada luna mis pupilas
tal vez enardecidas
veré al cabo y como siempre
el propio rostro,
de mi padre y de mi abuelo.

No hay comentarios: