Las piscinas se han modificado sobre todo en la que se refiere a la continuidad estética o perceptiva. Se tiende a que el tránsito de la tierra a la lámina de agua sea un algo que miesvanderohiano, sin un reborde o subrayado, para que la búsqueda de la frontera no tenga microscópicamente fin.
En cambio la orla del lavapiés era un componente tan inevitable de la piscina, cámara de descompresión, atrio o antesala, como lo era, jarra mediante, en la Última Cena.
Pero no es exactamente que seamos más directos o radicales, que no nos preocupen los pasajes, los pasos y sus ritos. Más bien lo que se impone es la identificación del terreno acuático con el terrestre: waterland, una cosa y otra.
Lo que, por cierto, se contradice con las cadenas o cuerdas o vallas que imponen el paso a través de la zona de duchas. La continuidad perceptiva se rompe simbólicamente con una muralla tan débil o tan fuerte como la zanja que abre un arado. No nos importa la higiene material de los pies. Cuenta el símbolo y su potencia para determinar la ruta de bañistas, nadadores y curiosos. Y es que toda piscina es probática, pero a la purificación le pasa como a la enseñanza: desciende el nivel de exigencia. El hombre es el pastor de los borregos para la muerte, que decía Rocky Marciano, ¿o era otro?
En cambio la orla del lavapiés era un componente tan inevitable de la piscina, cámara de descompresión, atrio o antesala, como lo era, jarra mediante, en la Última Cena.
Pero no es exactamente que seamos más directos o radicales, que no nos preocupen los pasajes, los pasos y sus ritos. Más bien lo que se impone es la identificación del terreno acuático con el terrestre: waterland, una cosa y otra.
Lo que, por cierto, se contradice con las cadenas o cuerdas o vallas que imponen el paso a través de la zona de duchas. La continuidad perceptiva se rompe simbólicamente con una muralla tan débil o tan fuerte como la zanja que abre un arado. No nos importa la higiene material de los pies. Cuenta el símbolo y su potencia para determinar la ruta de bañistas, nadadores y curiosos. Y es que toda piscina es probática, pero a la purificación le pasa como a la enseñanza: desciende el nivel de exigencia. El hombre es el pastor de los borregos para la muerte, que decía Rocky Marciano, ¿o era otro?
En nuestra próxima entrega: "Lavapiés de la teoría".
No hay comentarios:
Publicar un comentario