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viernes, enero 11, 2008

Para sanar escrófulas

En las sociedades políticas contemporáneas los procedimientos han alcanzado una posición ontológica notabilísima y que excede con mucho la habitual vindicación de la naturaleza y la legitimación procedimentales de nuestras instituciones: como se sabe, hay que dar de comer a juristas; no siempre se añade que aparte.
Sucede que procedimientos desarrollados para la consecución de un fin atinente a determinada categoría o calidad de objetos se independizan de éstos y adquieren una tal virtud o potencia que, aplicados a otros objetos, comunican a éstos aquella categoría o cualidad, la cual se considera, en general positiva.
Es un proceso análogo al que tiene lugar, cuando median determinadas ideas, con algunas ciencias. Así, disciplinas como el folklore o la etnografía no pueden entenderse por muchos como simplemente referidas a un campo de objetos que, digámoslo impresionistamente, carecen de aura. La atención y los métodos de la etnografía o del folklore contaminan a sus objetos del prestigio que poseen supuestamente los de otras disciplinas (por ejemplo, la historia del arte). Nótese que el valor aparece ahora como resultado de la aplicación de procedimientos en un terreno académico, pero lo mismo sucede con las metodologías políticas. Un fin político que se defiende según unas técnicas desarrolladas y probadas para fines aceptados y deseables desde las coordenadas del bien público, se ve justificado y ensalzado por el hecho mismo del uso de esas técnicas. El medio santifica los fines, que son más que justos y ya sublimes, excelsos.
No hará falta decir que lo que sucede en muchas sociedades actuales es algo que puede definirse perfectamente como colusión entre lo académico y lo político, pero dejaremos la ilustración de tal cosa para otro momento.
En cualquier caso, no se trata de prejuzgar el valor (estético, histórico, funcional, …) que puedan tener por ejemplo una reliquia arquitectónica o una institución. Lo importante es que el juicio sobre este valor no se ha de fundamentar en la misma atención o en las mismas atenciones que le han deparado académicos, políticos y demás comunicantes profesionales con el reino de lo sublime.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sin intencion de molestar, para quien o bien para cuantos escribes?