En una cadena aparece Carl Sagan, devuelto por obra y gracia del zapeo y de los costes de producción. Cómo han cambiado de entonces acá los agujeros negros, los púlsares, las meras gigantes rojas. Hidrogeno, deuterio, tritio ya no son lo que eran; por no hablar de helio, litio o tecnecio.
Sin embargo, la vida humana y la época tienen estas cosas: hemos visto como se marchitan hasta las metáforas y las imágenes de los divulgadores científicos. Hay que decir, no obstante, que la serie de Sagan se mantiene -salvadas las apariencias aludidas y salvados los fenómenos que hayan podido incrementar el elenco- con un interés que pocos después han sabido alcanzar.
Además nos entretiene por un rato la melancolía televisiva, una nonada si se piensa en la magnitud de la nostalgia fetal de un psicoanalista majareta que sostuviera que añoramos aquel estado feliz de antes del Big Bang, cuando no había tiempo, ni espacio, ni ocasión para decir chorradas.
Sin embargo, la vida humana y la época tienen estas cosas: hemos visto como se marchitan hasta las metáforas y las imágenes de los divulgadores científicos. Hay que decir, no obstante, que la serie de Sagan se mantiene -salvadas las apariencias aludidas y salvados los fenómenos que hayan podido incrementar el elenco- con un interés que pocos después han sabido alcanzar.
Además nos entretiene por un rato la melancolía televisiva, una nonada si se piensa en la magnitud de la nostalgia fetal de un psicoanalista majareta que sostuviera que añoramos aquel estado feliz de antes del Big Bang, cuando no había tiempo, ni espacio, ni ocasión para decir chorradas.
2 comentarios:
me desconctertas, y me enganchas
Estás en vena. Como saganiano que fui (vi la serie en su día y tengo el libro que se hizo) no puedo sino suscribir lo que dices... aun sin saborearla ahora, con esa nostalgia, puedo intuir muy bien que, en efecto, hoy tendrá un aire marchito. Saludos.
Publicar un comentario