Lo que se asume entre protestas como olas y que es un motor del innegable progreso para los idealistas, la inestabilidad de los sistemas que lleva a su superación o al intento. Debería ser obligatorio incluir siempre un quinto postulado, para que de la semilla de la desconfianza surja la novedad. Pero esto es física o geometría.
En las otras disciplinas, no hace falta llegar en general al número cinco para que madure la extraña fruta de la inconsecuencia. Vencidos los dogmas que han asegurado el crecimiento de una ciencia durante algún tiempo, el idealista celebrará ahora su estrepitoso derrumbe entre los macizos de flores de la academia.
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