La retórica del más a mi favor tiene también sus virtuosos, que nos sorprenden con su desfachatez supina y ciertamente original. La retorsión no del argumento principal, antes la de un detalle menor, tal vez supuesto o inventado, su hinzhazón hasta ocupar todo el escenario, hasta ser el mismo horizonte, el terreno hasta él y el aire hasta la estratosfera.
Y si no es así, más a mi favor. Se trata de negar que exista otra tesis. Se trata de que la propia sea perversa, polimorfa y con su propia secta de ovejas. Hay que comprender que su aceptación generalizada sería su peor fracaso, lo único que no iría a su favor.
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