Alguno pensará que hablamos de algún Averroes borgiano de dentro de algún tiempo. Esta entrega va a ser un manifiesto antimentalista y se acoge a un futuro donde la mente, la mente de Descartes y sus secuaces sea noción perfectamente opaca e incomprensible.
Ese Averroes se retuerce en sus esfuerzos por entender algo de lo que puede ser esa sustancia rígida y flexible, inextensa y sujeta a tiempos y lugares, esa maravilla de la que los antiguos libros hablan sin descanso. Algún lector espera que ese Averroes se traicione en este relato y que simplemente ignore el uso del vocablo. O tal vez piense que, por Averroes, se quiera disuelto en un entendimiento agente universal, que no agente comercial, pues no hay comercio de uno con uno.
Este Averroes puede tener de Mahoma y de Aristóteles lo que el Coloso de Rodas, quien con un pie en cada promontorio no era monumento de gálibo decente. Este mismo Averroes puede ser cualquiera de los filósofos que conocemos y sus hipóstasis. Sucede que han seguido sin desnudar al emperadorcito, lo que, por cierto, nos recuerda al famoso título de Penrose, que halló la mente en los microtúbulos. ¿Qué hubiera dicho el Coloso de Rodas?
Nuestro Averroes no se entusiasma con los engranajes y poleas que vemos y que sólo son engranajes y poleas. Anota en algún lugar, sin embargo, que, mientras el mecanismo no se mueva, no sabemos que ni qué es un mecanismo.
Ese Averroes se retuerce en sus esfuerzos por entender algo de lo que puede ser esa sustancia rígida y flexible, inextensa y sujeta a tiempos y lugares, esa maravilla de la que los antiguos libros hablan sin descanso. Algún lector espera que ese Averroes se traicione en este relato y que simplemente ignore el uso del vocablo. O tal vez piense que, por Averroes, se quiera disuelto en un entendimiento agente universal, que no agente comercial, pues no hay comercio de uno con uno.
Este Averroes puede tener de Mahoma y de Aristóteles lo que el Coloso de Rodas, quien con un pie en cada promontorio no era monumento de gálibo decente. Este mismo Averroes puede ser cualquiera de los filósofos que conocemos y sus hipóstasis. Sucede que han seguido sin desnudar al emperadorcito, lo que, por cierto, nos recuerda al famoso título de Penrose, que halló la mente en los microtúbulos. ¿Qué hubiera dicho el Coloso de Rodas?
Nuestro Averroes no se entusiasma con los engranajes y poleas que vemos y que sólo son engranajes y poleas. Anota en algún lugar, sin embargo, que, mientras el mecanismo no se mueva, no sabemos que ni qué es un mecanismo.
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