Su brevedad y su sombreado (busca la sombra el perro, sombra canicular), su inmiscuirse, hacen que febrero más que transcurrir, haya siempre y ya siempre transcurrido. No nos apetecerá demasiado reformar la flexión verbal para adecuarla a los meses, de tan frumentaria casuística, del año solar.
En el caso del español y sus conjugaciones, las opciones hemisféricas nos conducirían a pasmosas decisiones. Decisiones que no condicen con según qué meses y no serían soportadas ni por el febrero del Sur ni por el del Norte.
El de febrero es también el mes variable del día veintinueve, que es un Jano que aparece y desaparece, especialmente para los nacidos ese día que retorna con la contumacia periódica de los múltiplos de cuatro, de cien o de cuatrocientos. Febrero, estrechado entre enero y marzo, se completa con recuerdos notables que algún día dejan de retornar, ni siquiera ya disueltos en la bruma de unos u otros días.
En el caso del español y sus conjugaciones, las opciones hemisféricas nos conducirían a pasmosas decisiones. Decisiones que no condicen con según qué meses y no serían soportadas ni por el febrero del Sur ni por el del Norte.
El de febrero es también el mes variable del día veintinueve, que es un Jano que aparece y desaparece, especialmente para los nacidos ese día que retorna con la contumacia periódica de los múltiplos de cuatro, de cien o de cuatrocientos. Febrero, estrechado entre enero y marzo, se completa con recuerdos notables que algún día dejan de retornar, ni siquiera ya disueltos en la bruma de unos u otros días.
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