La abulia se recarga con las naftas más inesperadas y la peor abulia es la invernal, porque las primeras horas de las noches de invierno nos retrotraen a escenas muy anteriores y que anunciaban justamente estas acedías.
El verano, al menos, es el verano y eso salimos ganando. La abulia invernal más que ausencia de voluntad podría ser (debido sin duda a las más bajas temperaturas medias) una voluntad al ralentí e incapaz de revolucionarse convenientemente.
Invierno y verano comparten, no obstante su carácter programático y con su periodificación facilitan al abúlico futuras épicas de la voluntad. Épica por no decir triunfo, lo que nos resultaría problemático, y traslación que nos contenta, en cuanto abúlicos, porque nos pone delante de los peligros de la voluntad acelerada. Eso o permanecer en la higuera, dreaming little dreams o lo que sea menester.
El verano, al menos, es el verano y eso salimos ganando. La abulia invernal más que ausencia de voluntad podría ser (debido sin duda a las más bajas temperaturas medias) una voluntad al ralentí e incapaz de revolucionarse convenientemente.
Invierno y verano comparten, no obstante su carácter programático y con su periodificación facilitan al abúlico futuras épicas de la voluntad. Épica por no decir triunfo, lo que nos resultaría problemático, y traslación que nos contenta, en cuanto abúlicos, porque nos pone delante de los peligros de la voluntad acelerada. Eso o permanecer en la higuera, dreaming little dreams o lo que sea menester.
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