Árboles. Las hojas son unas pocas vides. Las ramas hacia el remolque. Ramas más recias, el remolque hacia la tolva. Etcétera. Cruzamos esas ramas como intrusos en una ceremonia vagamente secreta. Tenemos ramas de los Andes, del Atlas y del Hindu-Kush. Así son las cosas. El bosque es un sector empresarial que no sabe por donde sacarse el dinero. Quizá financien blogs, pero embriagarse de blogs no es lo mismo que hacerlo de poesía o de vino.
Miramos al suelo y los viñedos expulsan cantos rodados o piedras afiladas como armas de guerra. Celebración de los suelos pobres, que dice algún entendido que nos acecha en su renque de intelectual a la lavanda. De pronto llueve, pero estamos lejos, en un paraje de viñas vendimiadas y como recien paridas. Los tordos y su vocación de ectoplasma moldean el cielo como si ya no hubiera chopos.
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