Los trabajos monótonos pero no tanto -sea la corrección de exámenes- dan lugar a pautas que danzan un vaporoso rigodón entre lo subjetivo y lo objetivo. La realidad, a la que eso que llamamos azar lleva a mostrar curiosas rachas, como la lleva tal vez y también nuestra percepción acelerada y paranoica de esas rachas, la realidad nos espera en los folios escritos, como nos espera el germen antes inadvertido de nuestras obsesiones.
Así, el corrector está determinado por la sucesión de exámenes, que le someten a una teoría de tendencias que se sobreponen a tendencias: De pronto, todos son buenos; ahora nos llega la tanda de los torpes, todo ello doblado por la sospecha de una retroalimentación positiva o negativa.
Pero esa realidad de la que hablamos nos sorprende por su manera de citar más que de mostrar las pautas. Toda simetría y todo período es una apariencia que se deshace en una dialéctica musical y apenas hilvanada.
Así, el corrector está determinado por la sucesión de exámenes, que le someten a una teoría de tendencias que se sobreponen a tendencias: De pronto, todos son buenos; ahora nos llega la tanda de los torpes, todo ello doblado por la sospecha de una retroalimentación positiva o negativa.
Pero esa realidad de la que hablamos nos sorprende por su manera de citar más que de mostrar las pautas. Toda simetría y todo período es una apariencia que se deshace en una dialéctica musical y apenas hilvanada.
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