Una polémica recurrente es la que durante ya unos cuantos años enfrenta a los partidarios de la explosividad de los conocimientos con los partidarios de la explosividad de las tecnologías. Éstos vienen a sostener que las explosiones (el registro de crecimiento rapidísimo, de incremento fulgurante del ritmo de crecimiento, las aceleraciones straussianas en suma), las explosiones culturales, sociales, económicas, que suelen serlo a la vez -suponiendo que todos estos tres adjetivos signifiquen algo- proceden de una innovación tecnológica. Aquéllos preferirían fijarse en los nuevos conocimientos objetivos. El teléfono vale para los tecnólogos, no digamos internet o los weblogs; para los conocimentistas, que así se llaman, un ejemplo muy querido es el de la teoría de compiladores y lenguajes como conocimiento objetivo novedoso que explicaría la explosión de lenguajes de ordenador y dialectos de los mismos que se empezó a producir en los años sesenta.
Nótese que ambos casos suponen un aumento de conocimientos subjetivos: hay más gente, mucha más gente que sabe hacer algo más, sea un know-that o un know-how.
Por un lado, ha de pensarse que los procesos pueden relacionarse: una teoría crece al lado de varias otras teorías y varias tecnologías, y viceversa. Por otro, hablar de conocimiento objetivo es inexacto, hablar de know-that lo es igualmente. Nadie sabe desde el éter y se queda tranquilo (salvo, quizá, algunos que somos bastante vagos, y que además sabemos muy poco). La clave sería simplemente que la tecnología no es técnica y no puede hablarse de un crecimiento de la tecnología exento, ajeno a los desarrollos teóricos ni, otra vez, viceversa.
Naturalmente, los que hemos dejado la estrategia de café para abrazar la gestión de conocimiento de centro comercial solemos incurrir en distinciones terriblemente injustificadas. Por desgracia, muchos de nosotros han dejado el noble ocio para cobrar por la emisión, muy por encima del nivel de decibelios permitido, de teorías sin fundamento y por la impartición de seminarios. No les negaremos su capacidad para mandar en muchos hombres, pero el suyo es el tercer reino: Ciencia, tecnología y jeta.
Nótese que ambos casos suponen un aumento de conocimientos subjetivos: hay más gente, mucha más gente que sabe hacer algo más, sea un know-that o un know-how.
Por un lado, ha de pensarse que los procesos pueden relacionarse: una teoría crece al lado de varias otras teorías y varias tecnologías, y viceversa. Por otro, hablar de conocimiento objetivo es inexacto, hablar de know-that lo es igualmente. Nadie sabe desde el éter y se queda tranquilo (salvo, quizá, algunos que somos bastante vagos, y que además sabemos muy poco). La clave sería simplemente que la tecnología no es técnica y no puede hablarse de un crecimiento de la tecnología exento, ajeno a los desarrollos teóricos ni, otra vez, viceversa.
Naturalmente, los que hemos dejado la estrategia de café para abrazar la gestión de conocimiento de centro comercial solemos incurrir en distinciones terriblemente injustificadas. Por desgracia, muchos de nosotros han dejado el noble ocio para cobrar por la emisión, muy por encima del nivel de decibelios permitido, de teorías sin fundamento y por la impartición de seminarios. No les negaremos su capacidad para mandar en muchos hombres, pero el suyo es el tercer reino: Ciencia, tecnología y jeta.
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