El problema previo para nuestro juicio no es el de discriminar los que merece el sujeto de los que convienen a quien le aconseja. A fin de cuentas, alguna responsabilidad transitiva habrá siempre en este esquema, eligiera el asesor a su asesorado o éste acudiera a aquél, y luego siguiera acudiendo.
El problema es el de la multiplicidad de objetivos, unos patentes y otros ocultos de cada actuación o intervención. A lo que puede sumarse la combinatoria de objetivos que se eclipsan unos a otros en las exégesis habituales.
¿Para qué es el disfraz, para lo declarado o para lo oculto, en una latencia que el profeta presume que ha desvelado aun con palabras inciertas? ¿Y para qué unas palabras que apuntan a una interpretación siempre más baja (Oxenstiena)?
Sin embargo, el desarrollo de una doble o múltiple hermenéutica que atienda a todas las partes y a todos los detalles en cada uno de los contextos en que puedan aquéllas darse lo que nos descubre es un invariante que, desde luego, siempre estuvo ahí: el estilo, que es el hombre.
El problema es el de la multiplicidad de objetivos, unos patentes y otros ocultos de cada actuación o intervención. A lo que puede sumarse la combinatoria de objetivos que se eclipsan unos a otros en las exégesis habituales.
¿Para qué es el disfraz, para lo declarado o para lo oculto, en una latencia que el profeta presume que ha desvelado aun con palabras inciertas? ¿Y para qué unas palabras que apuntan a una interpretación siempre más baja (Oxenstiena)?
Sin embargo, el desarrollo de una doble o múltiple hermenéutica que atienda a todas las partes y a todos los detalles en cada uno de los contextos en que puedan aquéllas darse lo que nos descubre es un invariante que, desde luego, siempre estuvo ahí: el estilo, que es el hombre.
2 comentarios:
"El problema es el de la multiplicidad de objetivos, unos patentes y otros ocultos de cada actuación o intervención. A lo que puede sumarse la combinatoria de objetivos que se eclipsan unos a otros en las exégesis habituales."
El problema soberano es cómo puede ser que, no obstante la mediana cercanía
de tanto comentarista potencial nadie se atreva a decirle, maestro Santana, lo enigmática y excelsas que son sus adelantadas reflexiones. Leer y leer, y seguir pensando, que de eso se trata (entre otras cosas). ¡Gracias!
¿Miedo a no brillar? Sigan el modesto ejemplo de Santana.
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