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domingo, febrero 12, 2006

Breve

Día de paseo por el monte. Aclara: el monte es una estación de esquí. Y además todo el monte es cultura. Aunque igual en una estación de esquí hay algo de naturaleza humana, la cual, en fin, no se sabe muy bien en qué o en dónde dejarla.
El monte es de todos y los remontes de los que llevan forfait. Hay dos tipos de montes nevados (no digamos montañas nevadas, que es domingo): con niebla y sin niebla. Los días de sol son interesantes para el geógrafo aficionado: Asia a un lado, al otro Europa y allí al frente la Cordillera Cantábrica. La nieve allana el mundo. Incluso lo que se halla a tiro de piedra, pero cuesta abajo un tiro de piedra es mucho. Por cierto, a la izquierda casi vemos las tierras del Cid, o las vemos seguro.
Falta agua y nieve para antes de la primavera. Agricultura y agua de boca. Pero agradezcamos a las estaciones de esquí su profunda lección ontológica. No hay naturaleza; no hay cultura. Las obras de los hombres no dejan nunca marchar a los hombres, pero los hombres no saben lo suficiente de sus obras como para dar su obra por concluida y cerrada, toda ella. Obra de quién, la naturaleza se desconecta como se desconecta una placa tectónica de la gota de agua en que se resume el carámbano que está ahí porque ahí alguien corto la roca que emergió hace tiempo sin que supiera nada del pájaro que cantaba tras una tormenta sólo matizadamente primordial.

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