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viernes, noviembre 25, 2022

Dietario catarrino: apuntes de un perplejo

Recaigo en un poema de Carl Sandburg y me acuerdo de cuando leía o intentaba leer poesía de estadounidenses o británicos. O fingía leerla, porque me costaba comprender lo que allí decía. Algún estudio y más práctica y más estudio me lo hacen posible años después (el Estado me paga por tal cosa) y sucede que el poema que tengo delante fluye sin sobresalto alguno ante el lector o en el lector que parece que he llegado a ser, y ello sucede  con la apacibilidad intrascendente con que nos recibe un prospecto medicinal. Creo regresar entonces al sentimiento o lo que sea de cuando leía a durísimas penas ese u otro poema de algún autor aureolado. Y, pese a todo, eran más atractivas aquellas palabras inasibles dispuestas regularmente en páginas seguramente prestadas por mi amigo Alfonso Martínez. Divinas palabras o algo por el estilo, primus in illam lapidem mittat, cuius lapidis nomen secretum et ineffabile non dicam.

El asunto este de la lectura y de las lenguas es algo que se nos oculta, quizá como cualquier otro saber que hayamos llegado a dominar. No lo notamos y, de pronto, se nos hace extraño o algo en nosotros se hace extraño al arte que dominamos o nos domina. Estos momentos son una gran fortuna porque nos devuelven a un principio que se ha tornado insospechado, que ya es tornarse.




But very well! O, you are a mere mammothrept in judgment, then.


Una tercera situación, que el fútbol qatarí me ha recordado hoy mismo es la de aquellas epifanías que nunca nos han dejado. Me refiero a aquella magnífica traducción de Le domaine de Dieux, en que un Víctor Mora (al que algo le sonarían las vicisitudes políticas de la Ghana de los 1960s, que quizá él y yo llegásemos a estudiar como Costa de Oro en alguna enciclopedia anticuada y que algún adversario del capitán Trueno conociese como بلاد التبر) sustituyó un, atentos al calambur, "Il ne faut jamais parler sèchement à un Numide" con un "¿Ya me habían dicho a mí que era muy rebelde la gente de esa región de Numidia que llaman Ghana...!", que era replicado con un no menos ingenioso y ya totalmente alejado del diría que vacuo original "¿Te refieres a Numidia-la-Ghana?", y ello en una viñeta en la que se podía observar en el dibujo un fenómeno diría que análogo a un doblaje mal encajado.

No me da la gana. Me dan ganas. Gana y ganas serían los sujetos, ¿pero qué nos dan? ¿Y si lo que recibimos o no recibimos son ganas, quién nos las da o nos las quita? Grammatica legibus stringit nos severissimis, ya nos lo decía la misma enciclopedia anticuada, justo el día antes de que nos la cambiasen por un volumen de título Unidades didácticas globalizadas. Mira que uno puede escribir cosas raras, pero tanto como para juntar esas tres palabras...



Libros para mamotretos

 

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