Tras noviembre de 1975, las organizaciones de izquierda se hicieron más visibles en los centros de estudio, incluidos en particular los institutos de enseñanza media. De aquellos años y de los que eran adolescentes en aquellos años quedan muchos cuadros e incluso muchos políticos ya en retirada.
Pero la mayoría de los que palparon el paño que se ofrecía no fueron muy allá ni, es de pensar, tenían cualidades para pasarse la vida como liberados de un partido que al final fue, en tantos casos, el PSOE.
Y es que la ignorancia del mercado político que casi todos compartíamos por aquel entonces casi equivalía a una situación de entropía máxima: se podía pensar que la ORT, pongamos por caso, estaba en pie de igualdad con el citado PSOE o con el PCE. Y lo que es peor, podían pensar muchos que la revolución estaba a la vuelta de la esquina.
Lo que no podía engañar eran los modos y maneras de quienes ya estaban dentro de las organizaciones, que en los institutos antes aludidos no podían hacer pensar sino en una mezcla de meticulosos burócratas y enviados de alguna orden o secta religiosa en labores de captación.
En cualquier caso, la generación que se acercó a la actividad política en los años señalados ya no necesitó rigor ni valor comparables a los que debía ser probados sólo unos años antes.
Nótese, para concluir, que los más de los que se acercaron por entonces a las organizaciones políticas no llegaron a conocer directamente a quienes ya militaban en los años difíciles o en los muy difíciles. Las presentaciones, por así decir, las hacían gentes que se les habían adelantado por no mucho más de quince días.
Pero la mayoría de los que palparon el paño que se ofrecía no fueron muy allá ni, es de pensar, tenían cualidades para pasarse la vida como liberados de un partido que al final fue, en tantos casos, el PSOE.
Y es que la ignorancia del mercado político que casi todos compartíamos por aquel entonces casi equivalía a una situación de entropía máxima: se podía pensar que la ORT, pongamos por caso, estaba en pie de igualdad con el citado PSOE o con el PCE. Y lo que es peor, podían pensar muchos que la revolución estaba a la vuelta de la esquina.
Lo que no podía engañar eran los modos y maneras de quienes ya estaban dentro de las organizaciones, que en los institutos antes aludidos no podían hacer pensar sino en una mezcla de meticulosos burócratas y enviados de alguna orden o secta religiosa en labores de captación.
En cualquier caso, la generación que se acercó a la actividad política en los años señalados ya no necesitó rigor ni valor comparables a los que debía ser probados sólo unos años antes.
Nótese, para concluir, que los más de los que se acercaron por entonces a las organizaciones políticas no llegaron a conocer directamente a quienes ya militaban en los años difíciles o en los muy difíciles. Las presentaciones, por así decir, las hacían gentes que se les habían adelantado por no mucho más de quince días.
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