Dice Rajoy en entrevista publicada hoy en El país: “Todo el mundo conoce cuáles son mis posiciones, pero todo el mundo desconoce las del señor Rodríguez Zapatero”.
Lo que, por lo que hace a la primera de sus afirmaciones, extraña porque el candidato popular es experto en no contestar a lo que el autor de la entrevista, Javier Moreno, le pregunta. Algunos dirán que Zapatero también ha manifestado cierta maestría en estas artes aunque no sea gallego. Ignoro si el Presidente se ha manifestado en términos contrasimétricos a los citados y menos dentro de una entrevista en que deje sin contestar muchas preguntas. Señalemos, por ser exactos, que la forma de no contestar de Rajoy no es la de quedarse callado: más bien dice bien alto que no sabe o que no recuerda.
Mi reacción primera y primaria fue negativa ante tal proceder, pero hoy tocan alabanzas y diría que el desorientado está proponiendo una fórmula revolucionaria: Sólo sé que mi oponente no sabe nada. A lo que el mismo Mariano parecería querer añadir una coda interpretativa: lo que en su caso es grave y en el mío virtud.
De todas maneras, no es mi intención ser irónico y debo darle la razón al candidato de la derecha pues en política uno se define perfectamente por las preguntas que deja sin contestar y es también cierto que hay muchas maneras de no contestar a lo que se está preguntando.
Cierro: el estilo de no contestar de Rajoy contribuye a dejar fuera de la agenda política aquellos asuntos que desdeña con su “no lo conozco”. El problema que tiene –o que tenemos los demás– es que fue él quien puso en la agenda muchos de esos asuntos de los que esta semana se desentiende.
Lo que, por lo que hace a la primera de sus afirmaciones, extraña porque el candidato popular es experto en no contestar a lo que el autor de la entrevista, Javier Moreno, le pregunta. Algunos dirán que Zapatero también ha manifestado cierta maestría en estas artes aunque no sea gallego. Ignoro si el Presidente se ha manifestado en términos contrasimétricos a los citados y menos dentro de una entrevista en que deje sin contestar muchas preguntas. Señalemos, por ser exactos, que la forma de no contestar de Rajoy no es la de quedarse callado: más bien dice bien alto que no sabe o que no recuerda.
Mi reacción primera y primaria fue negativa ante tal proceder, pero hoy tocan alabanzas y diría que el desorientado está proponiendo una fórmula revolucionaria: Sólo sé que mi oponente no sabe nada. A lo que el mismo Mariano parecería querer añadir una coda interpretativa: lo que en su caso es grave y en el mío virtud.
De todas maneras, no es mi intención ser irónico y debo darle la razón al candidato de la derecha pues en política uno se define perfectamente por las preguntas que deja sin contestar y es también cierto que hay muchas maneras de no contestar a lo que se está preguntando.
Cierro: el estilo de no contestar de Rajoy contribuye a dejar fuera de la agenda política aquellos asuntos que desdeña con su “no lo conozco”. El problema que tiene –o que tenemos los demás– es que fue él quien puso en la agenda muchos de esos asuntos de los que esta semana se desentiende.
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