Descubrir en un armario o en un rincón periódicos viejos (de 1982, pongamos por caso) y, antes de tirarlos, comprobar lo que se mantiene y el modo en que ha cambiado lo que ha cambiado: en España cambia la tipografía, no el negro sobre blanco. Al menos, eso tenderemos a decir si la operación nos sorprende en una crisis fatalista, lo que seguramente será el caso.
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