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jueves, marzo 27, 2008

La rueda, tronco

Proseguimos con nuestra refutación del cognitivismo, la que comenzamos en cuanto tuvimos ganas y de la que ya dejamos hace pocos días algunos resultados. La rueda es un cilindro y el tronco es un cilindro. Las primeras ruedas pudieron ser troncos. Y sin embargo, la altura del cilindro es el criterio porfiriano (1) nos atreveríamos a decir que trascendental, si uno se pone cognitivista cual kantiano de la flor de la California, lo que ya sería suficiente refutación.
De otro modo y manera, las categorías vienen de las manos que las herarmientas prolongan y surtidas por aquello de lo que natura provee. Que la mente humana es un juguete y además importa un pijo.

(1) Como aquel divulgador de lo que se da en llamar pensamiento borroso y que afirmaba distinguir entre dos categorías de personas: aquéllas para las que la realidad está constituida por eso, por nítidas categorías de cosas y de casos; y aquéllas para las que las fronteras entre unas y otras categorías, cosas y casos eran permeables, fluidas, heraclíteas y, al final y lo que es el colmo de la contradicción, inexistentes, como en Parménides.

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