Una casa humilde. Un bloque de viviendas obreras junto a otros similares en una hondonada, un edificio de hace años aunque probablemente repintado no hace tanto. Contra la idea habitual y torpe, se llega a la política y no se sale rico. Y quizá se comprende todo al final y quizá se muere con la idea de que uno se ha batido por el rey de Prusia, por nada, como aclara Casavella en su novela. Pero la muerte no nos reserva ninguna lucidez. Los precedentes no auguran tampoco lucidez alguna cuando se trata de la muerte de otro. Más allá del gesto pasajero, de la honestidad fugaz como las fugaces palabras.
1 comentario:
Te he copiado el post entero en rosiclé. Por necesidad de consuelo, supongo.
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