El blog, en una variación del lema que indica que el medio es el mensaje, tiñe cualquier comunicación de la sudorosa prosodia de lo confesional. Así, incurrimos en la paradoja de la confesión: Confesarse es purgarse y deshacerse, hacerse ajenos a los deméritos que fueron propios en una ceremonia pautada y que no peque (¡faltaría más!) ni por exceso ni por defecto. Pero para ello, debemos justamente reconocerlos y hacerlos propios.
Otra paradoja, menor, de la confesión es que la confesión pública y a distancia convierte al confeso en anónimo. A otra escala, lo privado en literatura se disuelve o quizá lo que sucede es que se muestra su inconsistencia. Decir mucho es decir poco. Decirlo todo es no decir nada. Hacer que la información desaparezca en la enorme dimensión o en la enorme publicidad del mensaje.
Otra paradoja, menor, de la confesión es que la confesión pública y a distancia convierte al confeso en anónimo. A otra escala, lo privado en literatura se disuelve o quizá lo que sucede es que se muestra su inconsistencia. Decir mucho es decir poco. Decirlo todo es no decir nada. Hacer que la información desaparezca en la enorme dimensión o en la enorme publicidad del mensaje.
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