Un lunes como una rara espera o como todo lo contrario. Un día que no es de vacaciones, pero sí de poco trabajo, lo que no quiere decir cuidados.
Además, va y llueve. La Virgen del Carmen con todas sus procesiones y alguna galerna: Calor en el Cantábrico. Uno de los pivotes del verano, el día 16. La melancolía crece vigorosa y alcanza a estaciones hasta ahora libres de toda duda.
Mejor no detenerse a pensar. Sobre todo, vista la incompetencia de los auténticos amos del mundo, personajes que descubro en un libro de la sección de historia de una librería como la estación, libre de toda duda. Sobre todo, digo, vista la incompetencia de estos gobernantes secretos y tan publicitados, que nos quitan el fútbol (o lo llevan al Hemisferio Occidental) cuando más falta nos hace.
Una cerveza nos sienta medio mal, esto es, nos deja sin ganas de tomar otra. Las calles son ajenas y se diría que descoloridas. El césped se ha secado. Salen eccemas y unas manchitas. Nada tememos más que los veranos, como decía Góngora en un soneto sobre las consecuencias del cambio climático.
En vista de todo lo cual, aprovechamos para meter en la lavadora los bañadores y las toallas, que ya casi andaban solas, comme il faut.
Además, va y llueve. La Virgen del Carmen con todas sus procesiones y alguna galerna: Calor en el Cantábrico. Uno de los pivotes del verano, el día 16. La melancolía crece vigorosa y alcanza a estaciones hasta ahora libres de toda duda.
Mejor no detenerse a pensar. Sobre todo, vista la incompetencia de los auténticos amos del mundo, personajes que descubro en un libro de la sección de historia de una librería como la estación, libre de toda duda. Sobre todo, digo, vista la incompetencia de estos gobernantes secretos y tan publicitados, que nos quitan el fútbol (o lo llevan al Hemisferio Occidental) cuando más falta nos hace.
Una cerveza nos sienta medio mal, esto es, nos deja sin ganas de tomar otra. Las calles son ajenas y se diría que descoloridas. El césped se ha secado. Salen eccemas y unas manchitas. Nada tememos más que los veranos, como decía Góngora en un soneto sobre las consecuencias del cambio climático.
En vista de todo lo cual, aprovechamos para meter en la lavadora los bañadores y las toallas, que ya casi andaban solas, comme il faut.
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