Una teoría que crece sobre la paradoja genética: sólo puede teorizarse en domingo. Pero como el domingo es el día del pasado (¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo? Respuesta: nada), propenderemos a una escolástica tardía y de arquitectónicos latines.
En cuanto se refiere a labor de campo, apuntamos el extraño panorama de los paseantes vespertinos del domingo, en particular en estos días de explosión térmica de la primavera. Etología que adjudicaríamos a décadas de más discreto calendario, que creímos propia de gentes para las que el domingo es el domingo y no han nacido aún al ocio el viernes y el sábado.
Nostalgia, en consecuencia, de antiguos tedios y dulzura contradictoria de un recuerdo que ya no era, al menos en nuestros mejores viernes. Nostalgia de un mundo de puertas cerradas y de gentes que gotean verano y estío junto a una fuente callada a veces, generosa siempre.
En cuanto se refiere a labor de campo, apuntamos el extraño panorama de los paseantes vespertinos del domingo, en particular en estos días de explosión térmica de la primavera. Etología que adjudicaríamos a décadas de más discreto calendario, que creímos propia de gentes para las que el domingo es el domingo y no han nacido aún al ocio el viernes y el sábado.
Nostalgia, en consecuencia, de antiguos tedios y dulzura contradictoria de un recuerdo que ya no era, al menos en nuestros mejores viernes. Nostalgia de un mundo de puertas cerradas y de gentes que gotean verano y estío junto a una fuente callada a veces, generosa siempre.
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