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domingo, abril 15, 2007

Sólo veo lo que creo

Así que lo que vemos es siempre un complejo de percepciones más simples y previamente catalogadas. Los primitivos del catálogo: no hay que por qué insistir en su búsqueda. Comenzamos siempre con el catálogo algo poblado. Pudiéramos sospechar que es éste un argumento que apoyaría a la metempsicosis: el alma dormida comienza a despertarse en un nuevo envoltorio mortal víctima de una amnesia casi perfecta, pero no del todo. Lo que no ayudaría a ninguna vía o camino de perfección, todo sea dicho.
Pero decía que sólo vemos lo que ya tenemos visto y las combinaciones de esto último. Ahora, sabemos -como nos advirtieron Coleridge, Poe y otros mistificateguis- que hay combinaciones previsibles y regulares y que lo novedoso está en la combinatoria en otra clave, una que no atiende a las reglas anteriores y que deshace las piezas para que éstas se reúnan de modo posiblemente asombroso.
De dónde procedan tales novedades es algo a lo que vamos a dar respuesta: Si es el mundo o si es el sujeto, uno acaba siendo el otro y los dos uno y el mismo, lo que no es de desear. Así que hemos de concluir que las cosas se ignoran unas a otras en gran medida, tal como nosotros, en nuestra humana limitación, las desconocemos. Que lo nuevo no es más que el síntoma de que hay muchas cosas y no sólo una.
(Todo esto venía a cuento de la ecolalia titular, a cuyas virtudes conversamente engañosas no renunciamos.)

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