El chiste sigue siendo un misterio que se sigue enhebrando entre las barras de la oposición que contrapone mecánico a orgánico, alegoría a símbolo. Y es, claro, mal llamado misterio porque lo que sucede con lo imprevisto es que su teoría sólo lo prevé genéricamente, estadísticamente, cabría decir, y eso no es ningún misterio.
Pero lo previsible o lo imprevisible no se define sólo sobre las posibilidades de una gramática, sino sobre lo que hagamos con ella en un momento preciso. ¿Quieren que se lo cuente otra vez?
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