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domingo, abril 01, 2007

Putsch

El Domingo de Ramos y la Semana Santa nos sorprendía con el cambio de actitud del pueblo jerosolimitano en cuestión de cuatro días. De ahí que a la afición le resultaran siempre interesantes las lecturas en clave golpista de la historia de Pascua y las cavilaciones filológicas que descubrían capas no suficientemente disfrazadas en la reconstrucción de los cuatro canónicos.
El invento posterior del Cristianismo no prescindió, pese a toda su novedad, del sacrificio truculento y la sangre derramada: la muerte subrayaba lo infinito del sacrificio del Dios infinito en una de sus hipóstasis.
No descartamos que más de uno haya encontrado en la multitud que asiste a la procesión del día de hoy cierta proclividad a la deserción, una volubilidad dibujada con la geometría barroca de las palmas. Esa multitud se redimirá en los días siguientes, pero este domingo cedemos al capricho de convertirlo, de convertirnos, en desleales, negadores, conjurados de opereta, prestos a dejar a todos los compañeros en la estacada. Que así es el populacho de inconstante.

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