Surgen, al amparo de residuos arquitectónicos ocupados en su día sobre todo por zapateros, pequeños comercios de heterogénea mercancía y oferentes de dispares e inusitados servicios. La ecología del mercado propicia florecimientos inesperados y tal vez efímeros, locales haikus con breves sinestesias en su inventario.
Son establecimientos verticales, cabinas de ascensor donde convergen quizá ilusiones o penitencias. Extrañas como la más extraña de las promesas, eficaces tal vez, porque no necesitan almacenar lo que venden en una trastienda a la que se le va poniendo cara de pasado imperfecto. Mientras, su rostro público alude a un tiempo alabado en las horas de ceniceros sucios, conversaciones extinguidas y otras tristezas un poco bobas.
Son establecimientos verticales, cabinas de ascensor donde convergen quizá ilusiones o penitencias. Extrañas como la más extraña de las promesas, eficaces tal vez, porque no necesitan almacenar lo que venden en una trastienda a la que se le va poniendo cara de pasado imperfecto. Mientras, su rostro público alude a un tiempo alabado en las horas de ceniceros sucios, conversaciones extinguidas y otras tristezas un poco bobas.
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