Es un espectáculo lamentable en nuestro país ver como la actividad científica busca justificarse en público con tesis de tres tipos:
Tipo A: Este descubrimiento sirve para curar el cáncer.
Tipo B: La ciencia es también cultura.
Tipo C: La ciencia puede inspirar (aportar ideas, materiales, etc.) al arte.
En cuanto a la primera, es propia de la concepción según la cual los beneficios más tangibles de la investigación (tangibilidad que es muchas veces cuestión de publicidad o de azar comunicativo) se producirían sin el concurso de muchos otros "descubrimientos", como si la actividad científica hallase su valor en unos polos singulares sin que lo demás fuese relevante o necesario, algo que cabría denominar como "resultadismo ingenuo".
En cuanto a la segunda y la tercera, observemos que ciencia –pese a todo– es abstracción metafísica de carácter menos monstruoso que cualquiera de las otras dos citadas. Y sin embargo, o por ello mismo, parece que, como una moneda de cambio milagrosa, como un talismán, legitiman a la primera. Cabría inferir de ello, que el arte, que la cultura –o el Arte, la Cultura– son, a los efectos, oro: que –el psicoanálisis enseña– no es otra cosa que mierda.
Tipo A: Este descubrimiento sirve para curar el cáncer.
Tipo B: La ciencia es también cultura.
Tipo C: La ciencia puede inspirar (aportar ideas, materiales, etc.) al arte.
En cuanto a la primera, es propia de la concepción según la cual los beneficios más tangibles de la investigación (tangibilidad que es muchas veces cuestión de publicidad o de azar comunicativo) se producirían sin el concurso de muchos otros "descubrimientos", como si la actividad científica hallase su valor en unos polos singulares sin que lo demás fuese relevante o necesario, algo que cabría denominar como "resultadismo ingenuo".
En cuanto a la segunda y la tercera, observemos que ciencia –pese a todo– es abstracción metafísica de carácter menos monstruoso que cualquiera de las otras dos citadas. Y sin embargo, o por ello mismo, parece que, como una moneda de cambio milagrosa, como un talismán, legitiman a la primera. Cabría inferir de ello, que el arte, que la cultura –o el Arte, la Cultura– son, a los efectos, oro: que –el psicoanálisis enseña– no es otra cosa que mierda.
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