Un hombre que no reconoce como suya su vida representada en los documentos que, aparentemente, tanto la ilustran e impiden que se deje al olvido. Ese hombre es ahora un extraño y luego es también un extraño. Y todos los extraños son el mismo extraño. ¿Y cómo ese hombre puede ser ese hombre, el que se ha quitado todas las máscaras, la máscara, y encuentra la máscara aquella del teatrillo de la infancia? Y quizá esa máscara no le facilita más sosiego que cualquier otra que, azarosa, aparece entre la ropa descolorida y ajada de una maleta vieja.
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