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martes, noviembre 06, 2007

El túnel del tiempo

Los viajes por el tiempo nos llevan a muchos más lugares que los viajes por el espacio. A mí, la serie televisiva de los sesenta (a la que me ha devuelto por sus tuneles hiperenlazados de wikipedia) me hizo viajar una noche a la calle. Puedo estar recordando mal, pero lo que recuerdo es que estábamos no sé ni dónde ni cuándo -y no sé si sobre todo dónde o sobre todo cuándo-y la tierra empezó a temblar bajo nuestros culos, que estábamos todos sentados, precedida de las agitadas lámparas, heraldos sobre nuestras cabezas. Así que de la caída del Imperio romano o del final de Pompeya bajamos a la calle de Cuéntame cómo pasó, eso si no la recuerdo muy mal.
El túnel del tiempo y su llamada a la aventura absoluta y sin sujeciones: todos sabemos que a efectos narrativos es imposible la inconsistencia en un mundo absolutamente inconsistente. Además quién sabe a qué universo paralelo o antiparalelo nos llevaba el túnel franjado de los doctores Newman y Philips. Nótese -y hasta aquí queríamos llegar- que afirmamos que la inconsistencia es imposible, que no es lo mismo a efecto sentimentales que afirmar que es de probabilidad cero.
De probabilidad cero era que los citados apareciesen siempre en lugares y momentos estelares -que decía el otro- de la historia de la humanidad o más bien un poquito antes, que eso si que, más que de probabilidad cero, es algo perfectamente imaginario.

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