En la plaza, una mujer impulsa una y otra vez el columpio en que uno de sus hijos se balancea. Bosteza. Yo bostezo. Me digo que es el primer bostezo por simpatía que experimento que haya sido iniciado por una mujer negra.
Un bostezo y otro se superponen y abarcan casi tres oscilaciones del columpio. Algún pelmazo prehistórico diría que la fisiología es ecuménica y de rara transcendencia empática. A su modo, llevará razón, pero su tesis es cierta sólo si nos limitamos a bostezos, catarros y cosas por el estilo.
Mi compañera de bostezos, por su lado, habla español en su modulación subsahariana, que si no se dice todavía, no se preocupe, que el mismo pelmazo de antes ya lo dirá.
A algunos se nos contagian también los acentos que oímos durante algún tiempo, siempre sobre el bajo continuo de este blog, escrito con las prisas que dan el contrapunto tembloroso a los bostezos de más arriba.
Un bostezo y otro se superponen y abarcan casi tres oscilaciones del columpio. Algún pelmazo prehistórico diría que la fisiología es ecuménica y de rara transcendencia empática. A su modo, llevará razón, pero su tesis es cierta sólo si nos limitamos a bostezos, catarros y cosas por el estilo.
Mi compañera de bostezos, por su lado, habla español en su modulación subsahariana, que si no se dice todavía, no se preocupe, que el mismo pelmazo de antes ya lo dirá.
A algunos se nos contagian también los acentos que oímos durante algún tiempo, siempre sobre el bajo continuo de este blog, escrito con las prisas que dan el contrapunto tembloroso a los bostezos de más arriba.
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