Verán ustedes. Hemos llegado, entrado y bebido, después nos hemos marchado de un bar donde yo me figuré que sucedía parte de un cuento. Lo cierto es que ésta ha sido la primera vez que he estado allí y he estado pensando en otra cosa, en un argumento que nos resulta tan vago como molesto o molesto por lo vago. No había mujeres de aquí para allá y, de haberlas habido, sus conversaciones habrían resultado inaprensibles.
Antes y después, al sol del fin de la primavera también hemos hablado, con la fatiga de un día como todos, inaprensible como la conversación de las mujeres que no han comparecido y que jamás podremos identificar, vago y molesto con sus idas y venidas, sus trabajos mínimos y tan iguales a los trabajos de otros días que no pasará mucho tiempo antes de que seamos incapaces de distinguir este día de hoy de todos los otros días, que ya habitan en un tenue olvido.
Antes y después, al sol del fin de la primavera también hemos hablado, con la fatiga de un día como todos, inaprensible como la conversación de las mujeres que no han comparecido y que jamás podremos identificar, vago y molesto con sus idas y venidas, sus trabajos mínimos y tan iguales a los trabajos de otros días que no pasará mucho tiempo antes de que seamos incapaces de distinguir este día de hoy de todos los otros días, que ya habitan en un tenue olvido.
2 comentarios:
un texto en cambio, muy aprensiible, bello
No le hables al Sol: Apolo podría ficharte.
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