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jueves, septiembre 04, 2025

Lecturas veraniegas 2025 XXXVII y última

The Imitation Game. En 1795, escribía y daba a la luz en dos entregas Fichte este escrito. El verano acaba y corresponde pasar a tomos gruesos, al contrario de lo sucedido cuando hará unos pocos años hice talar un abeto azul y una pícea que amenazaban los cimientos de mi casa, y de momento me conformo ahora con un mero nogalillo. Así que cerramos este entretenimiento para pocos con esta última entrega y regresamos a más arduos quehaceres.



wo es genug ist, mich von allem Antheil an jener Philosophie loszusagen


Hay aquí el enlace con la filosofía, hay la creación del léxico (que al principio no es tal, sino un conjunto de signos, cada uno para un estado de cosas relevante, tal vez sujeto a una modalidad y siempre listos para el tributo performativo, y hay también la gramática)

Sobre el dicho enlace, el lenguaje nos aclara que existen otros yos en el no-yo, los hace necesarios, pero por ahí nos seguimos porque, indolentes como somos, la falta de rigor estival llevaría a que algunos idearan un yo incapaz de atender a su propia constitución, o de tener en cuenta en sus elucidaciones psoteriores este proceso de constitución que obligadamente ha debido tener lugar en la selva del no-yo, cuando -por lo mismo- no podía haber ni yo ni no ni selva.

Sobre los otros dos asuntos, más ceñidamente categoriales, esto es, que admiten y precisan de un análisis que puede llegar a resultados importantes sin ser trascendentes, Fichte defiende la tesis de que el desarrollo de la gramática descarga de significado, de fuerza, las unidades (que hasta entocnes no lo eran) léxicas, lo que contribuye a una mayor versatilidad de la lengua. En una situación comunicativa concreta (de las que imaginaba Fichte protagonizadas por Hug el troglodita, no de las que postulan autores más recientes) el carácter holístico de una palabra sola, de una pre-palabra, iba ligado a una reacción de las que investigan los etólogos. Esas pre-palabras eran signos más  completos por así decir, incluso descontando la escasa capacidad de los etnógrafos de las películas que perjuran que por ejemplo ptkali' quiere decir "el amanecer del pájaro azul junto al manantial", como si unas breves consideraciones no bastasen a concluir que el nativo les está engañando en lo que hace al sistema global de su lengua. El desarrollo de la gramática pone el peso en otro lugar, las palabras comienzan a existir como tales porque y cuando se vacían.



mi pensas, tial mi estas


Mientras a Polonia se la  dividían una vez más y España firmaba tratados y acuerdos con Estados Unidos, hacía quince años que se había muerto Rousseau y le quedaban seis de vida a Herder, aseguraba Fichte que, camino de la lengua perfecta, reflejo sin espejo del pensamiento, desembocaríamos en el alemán, final de una historia que había comenzado cuando la Razón (a iniciativa de algún o algunos pocos héroes más capaces) se encargó de construir el lenguaje para una mejor transmisión de los pensamientos, para una más apta comunicación de la comunidad, de los señores y de los comunes, pues esa invención del lenguaje exigía ya una asimetría política.

Lo que uno puede preguntarse es si se necesita de la Razón para una tarea como esta, o siquiera de la voluntad (pues el acuerdo o el contrato los ha excluido el autor), porque al final las ilustraciones episódicas de la acuñación de nuevos símbolos nos suelen remitir a situaciones en que entendimiento, intuición o meros estímulos y respuestas suelen bastar a tal propósito. Ahora bien, si no nos convence distinguir entre tales facultades, y si tampoco admitimos que la Razón viva en todas partes, pero no especialmente en nuestras cabezas, entonces, claro, lo que nos queda es Fichte


miércoles, septiembre 03, 2025

Lecturas veraniegas 2025 XXXVI

Pla. Aquí en este volumen breve como en general lo han de ser todos los de esta selección, nos las vemos con un catalán en Madrid. Érase una vez la prehistoria. Los breves escritos de este volumen tienen un poco más de cien años y no si sabemos si ha llovido mucho o poco, secularmente hablando.



cap a la part del Guadarrama

Hay un recurso objetivo en Pla, un modo de hacer, de escribir o de parar de escribir, que contrarresta los efectos negativos que la presencia de los tópicos habituales pueda tener. De costumbre, estos tienen efectos buenos y efectos malos. De los buenos, sabe sacar provecho el autor. Lo distintivo es que los malos no suelen producirse, o si se producen, lo hacen transformados en efectos benéficos, lo que no es un resultado ni lugar demasiado común. O sea, que Pla sabe lo que se hace hasta cuando va en piloto automático.

¿Y cual es este recurso sobrehumano sobre el que se basa tamaño alejamiento de la platitud que Pla protagoniza? Pues muy sencillo y para eso hay que saber: Fijarse en lo que no se fija nadie y hacer de ello oficio, virtud y manera.

Como yo me he fijado más bien en demasiadas cosas que no en escasas y a mayor abundamiento en las de siempre, no estoy en condiciones de aportar ejemplos que el sufrido lector hará bien en cosechar de a puñados en estas colaboraciones mesetarias y mediterraneasiológicas. Solo me detendré en la clase de Ortega (aquí evitaré lo del caserón de la calle San Bernardo como me correspondería mimética y bacherilmente), aunque en lugar de subrayar las céntricas lateralidades de las que Pla habla, si se trata de resultar mimético habrá que fijarse en lo que se parece que se fijó este, o en lo que nos cuenta.

Como no sabemos en qué se hubiera fijado otro cronista de esa lección posprandial con su fauna variada, no nos queda nada para destacar, tampoco quedamos nosotros, disueltos en la perspectiva oscura de un aula antigua, una atmósfera revenida, unos compañeros de graderío o de púpitre en sotana o con corbata y vaya a saber uno qué otras novedades indumentarias, mientras lo inaudito sale de la boca del maestro y se traslada como un suave ectoplasma a los oídos, a tal vez alguna boca abierta y no por el vergonzante bostezo.

martes, septiembre 02, 2025

Lecturas veraniegas 2025 XXXV

En este libro de 1976, un entonces muy joven lingüista se muestra muy familiarizado con los principales nombres de la filosofía española de aquel entonces y plantea nítidamente una tarea por realizar en el título de su opúsculo que podría parafrasearse así: "si la lingüística es una ciencia, la historia de la lingüística debe realizarse justamente sobre tal hipótesis, esto es, debe ser la historia de una ciencia".


nitya > anitya


Ahora bien, como las ciencias son realidades históricas, pueden tener prehistoria y será importante la demarcación no solo entre lo que es ciencia y lo que no lo es, al modo sincrónico, sino también, al modo diacrónico, entre lo que es ciencia y lo que todavía no lo es, pero que damos por instrumental en su desarrollo, un desarrollo que creemos contemplar como una referencia indiscutible, escasamente afectada por las múltiples perspectivas desde la plataforma del presente como ya ingresado en el dominio de lo que sí es ciencia.

El autor estaba informado incluso acerca de cosas de las que no era tan fácil estar informado en los años mil novecientos setenta, pongamos por caso, la Teoría del cierre categorial de Gustavo Bueno, y mejor informado aun acerca de los territorios intersectantes de la lingüística, de la filología y de la teoría literaria. Lo que es mejor, y tan raro, el autor construye una argumentación en su obra.

He prestado atención a las exiguas páginas del librito varias veces a lo largo de los años, incluso diría que he manejado más de un ejemplar, aparte del que sigue rondando por mi casa y lo que más me toca de esta lectura veraniega, indolente y perezosa, es que me conecta con un yo lector con el que no dejo de dejar de identificarme, lo cual me hace pensar que ya soy antediluviano.

En cuanto a la demarcación sincrónica, aplica Abad Nebot las filosofías de Popper y de Gustavo Bueno. Diría que él mismo formula esto a modo de ensayo y encontramos el valor del intento justamente en la crítica que se le puede hacer. Así, por ejemplo, dudamos que Popper encontrase satisfactoria la conclusión de que con la lingüística de Chomsky acata la lingüística teórica el criterio de falsabilidad, básicamente porque el criterio de falsabilidad por sí solo sirve también, y muy bien, para cosas que no son teorías  científicas, por lo cual es preciso aplicarlo cuando se tiene ya una idea de los requisitos estructurales y semánticos de una teoría, y ello sin contar con que para un popperiano de pro, el recurso a oraciones más o menos desviadas de la norma sería algo metodológicamente dudoso y los ajustes en las gramáticas le parecerían poco menos que epiciclos.

Sería más certero el juicio basado en la teoría del cierre (para Abad Nebot y para el mismo Bueno, habría de apuntarse a Saussure), aunque habría que aclarar qué identidades sintéticas categoriales debemos al gramático suizo.

Cuando la demarcación se establece diacrónicamente, y esto coincide con el momento en que la dialéctica del autor funciona a un mayor régimen de revoluciones, sucede que en lugar de una disciplina, tenemos varias (o varias teorías, lo que es un problema para la teoría del cierre: ¿el cierre es de la ciencia, de cada teoría, de la física, de la mecánica newtoniana, de la termodinámica?¿Si es así, como operan los términos compartidos entre una región y otra de una ciencia?).

En la página 40, por ejemplo, se observa que "con la obra de Andrés Bello se cumple para la lingüística española su cierre categorial (en el término de Gustavo Bueno) como -por ejemplo- para la filología lo constituye Menéndez Pidal", tesis en la que parece pesar mucho la faceta institucional de una disciplina. En cualquier caso, no es difícil apreciar la cantidad de problemas que se plantean en lo aquí dicho, sobre todo porque no deja de ser bastante certero, o lo bastante certero desde el punto de vista histórico, pero no demasiado fino desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia.

En fin, al final del libro (lo leo como buen globero con la etapa de la Vuelta delante y los escapados acaban de cruzar Isaba), nos recuerda Abad Nebot que Propp en su morfología hace algo parecido a lo que hace Chomsky. Esta es quizá una observación reveladora, no por la evidente analogía, sino más bien, porque lo que pone de manifiesto es que una gramática concreta (o una morfología) por sí sola no puede ser nunca una ciencia. Habrá de concluirse que el principal problema al que se enfrenta el epistemólogo o gnoseólogo o bloguero, es demarcar qué parte de lo que hacen los lingüistas es o puede llegar a ser ciencia y no filosofía, no meras aureolas o, más esforzadamente y aunque no sea poco, seria descripción de una lengua.

lunes, septiembre 01, 2025

Lecturas veraniegas 2025 XXXIV

Un biógrafo. Un biógrafo español que inventa un arte nuevo de escribir biografías escribe también sobre un personaje de ficción, o tal vez un mixto de individuos históricos y comprobables. En cualquier caso, lo hace con las ventajas de universalidad y mayor ciencia que la ficción acredita frente a la ciencia peregrina de la historia.



ensayar y ensayar

Cuando en 1940 publica Marañón su ensayo (o los tres en que se desenvuelve el trinitario y también mestizo conjunto del volumen de la fotografía), ya había dedicado tiempo y publicaciones al personaje, a su taxonomía, a sus determinaciones biológicas, al mito y los mitos generados en su torno. Así, el segundo ensayo, de un modo muy claro, se desarrolla como una de esas actividades revisionarias y un punto melancólicas que intentan no dejar ningún flanco descubierto, expurgando casuísticas dudosas o confundibles, curándose en salud en algún balneario retórico, recortando síntomas como las criaturas independientes del sujeto que son. Pueden figurarse en el texto marañoniano precisiones que debemos a otros autores (que don Juan no podía ser pobre, apud Torrrente, por ejemplo), por no mencionar la cercanía de la figura de Don Juan al adolescente desnortado de tanta literatura de Shakespeare a Radiguet, pasando por los inefables guionistas de Física o química y otros practicamente del Ars Combinatoria.

Si deja algún ángulo en desenfilada, tal cosa sucede precisamente por su fe en el método que ha creado, con su tributo a un determinismo biológico, eso que llama psicohistoria, propio de un internista de la época, pero poco importa porque Marañón no excluye nunca, navegando a favor de un profundo conocimiento histórico, otras circunstancias, otros órdenes de las cosas, que construyen o afectan a la vida de los hombres. Es como si advirtiera prudentemente: "He creado un remedo de ciencia, pero esta llega hasta donde llega".

Otra cuestión es que de manera muy natural todas sus argumentaciones extra psicohistoriam se hallen próximas a lo que vamos a llamar en clara falta de diligencia espíritu de su tiempo.

O de sus tiempos en plural, porque se podría sospechar que en el prólogo y en las páginas sucesivas, a un Marañón de cincuenta y pocos años quiere alcanzarle, sin lograrlo, alguna dosis de acedía, un quiebro en la voz en los apartes mundanos de su ensayística, que no podemos achacar únicamente a la edad madura, sobre todo si aquel aparece firmado en París en enero de 1940.