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martes, noviembre 15, 2011

Un poema de John Romney

El que yo era

Soberbia de no enfrentarse
De amurallar el pequeño mundo,
El ridículo y soberbio rincón
De tan afamada e ignorada soberbia.
De no publicar estas dos líneas
que aquí incluyo como espejo.
Soberbia al despreciar el juicio ajeno
O al temerlo tanto que se evita.
Soberbia de dejar pasar los días
En la más arruinada de las torres.
Soberbia como otra cualquiera soberbia,
Lo cual es ciertamente paradójico.


Del original "Who I used to be", en Poems Found in a Bottle, 1968. Traducción ciertamente aproximativa que nos hemos permitido.

1 comentario:

marideliwes dijo...

Digamos que conocíamos, o sospechábamos, la existencia de al menos otro tipo de soberbia también suave: la del que se enfrenta a pecho descubierto a todo porque nada puede perder ni nada podrá traspasarlo.

Luego está la mala. Tomamos la definición de Enrique Rojas:

La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas más características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, situarse por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal.

Este tipo de soberbia no me gusta, no me resulta perdonable ni justificable.

De las otras, me quedo con la de tu poema. Y quizá sea solo por las palabras.