Inconveniencias e inconvenientes se distribuyen el territorio y los tiempos, forman sus pelotones y sus agrupamientos musicales. Se perpetran y se sufren, se dejan estar o pasar y se conllevan, que decía alguien. Las inconveniencias no siempre son inconvenientes De hecho, tampoco los inconvenientes son siempre inconvenientes. También había alguien que no se cansaba de recordar que no hay mal que por bien no venga.
Sin embargo, una inconveniencia es siempre una inconveniencia, una incongruencia congruente con su propio despropósito y con las limitaciones humanas. Los inconvenientes se vencen y las incoveniencias nos entretienen porque no suelen resultar mortales. Conviene precaverse, no obstante.
Y conviene advertir que incoveniencias e inconvenientes mutan por acumulación y devienen más peligrosos acompañantes, vecinos de un lugar sin límites, vago e invasivo.
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