Vistas de página en total

martes, febrero 28, 2006

It’s your money

Javier Sampedro, al que puede con justicia considerarse un modelo de competencia en el periodismo científico (nos hemos dado un toque), ataca en El País de hoy el asunto de los cordones umbilicales coronados y sin coronar. Y lo hace en dos entrevistas que nos presentan pareceres contrapuestos, ambos de personajes de credenciales impecables, el presidente del CSIC y el coordinador de la ONT. Para simplificar, uno a favor y otro en contra. En las páginas anteriores Álvaro de Cózar entrevista a Stephen Grant, vicepresidente de Cord Blood Registry (la empresa que conserva las células de Leonor de Borbón Ortiz), y escribe sobre los proyectos de bancos privados de cordón umbilical (¡para una vez que en el blog, no nos mirábamos el ombligo!) andaluz y madrileño (PSOE y PP) y recoge también las opiniones de César Nombela, la posición de la Federación de Asociaciones por la Defensa de la Sanidad Pública y de la Federación Nacional de Donantes de Sangre.
El burgués que lea el periódico llegará probablemente a una conclusión del tipo “por si acaso, guardemos esto”. En otras palabras: “Por este dinero que no sentimos, adelante.”Ahora bien, es claro que políticamente sólo vende la socialización del remedio: si esto es tan bueno (aunque de momento bondad y eficacia sean dudosas) es un beneficio que hay que extender a todos los ciudadanos.
Como estamos con El país y los lunes están las páginas de Salud, aunque los artículos mencionados no se incluyan en dicha sección, pasemos unas cuantas páginas. Llegaremos al escrito de dos especialistas en bioética a propósito de la eutanasia. No nos detendremos en el asunto. Sólo reproduciremos un ladillo: “Entrar en la muerte dormido debe ser una forma más de libertad personal”: Es como Calderón, pero al revés. Como dirían un canónigo y el profesor Celentano, “Memento et Claudia Mori”.
Demonios, qué lenguaje el de los bioéticos. No se puede hablar de una manera que no sea de pesadilla. ¿Hay algo más cursi que ese “entrar en la muerte” que haría las delicias de Lakoff y Johnson en su Metaphors We Die Of? Perdónenos el lector (adelantémonos en el toque) pues el artículo en cuestión será pertinentísimo y razonado, pero alguien ha seleccionado las trece palabras más insufribles del mismo para que aparezcan en grande.
Pero aquí está la clave del asunto: la bioética se las ha apañado para no hablar de dinero y padecer de una estomagante propensión a la lírica. Pero el bajo cifrado de Matesanz y compañía apunta a la pasta que va a costar esto, y como diría Girondo tal como lo cita Azúa “el (pen)total paqué".
La bioética se ocupa de lo que se debe ocupar, lo que no significa que Linneo -que el Dios de las diferencias específicas lo tenga en su gloria- haya ubicado a los bioéticos con la facilidad que a los percebes. Pero eso no justifica que la bioética ocupe las posiciones centrales del debate público que ocupa. There are more things. No es que la bioética se haya convertido en el opio del debate sobre el sistema sanitario, pero quizá haya eclipsado otros asuntos centrales. Por una vez que unas células prometedoras no causaban problemas éticos, los causan morales, políticos y, lo que es peor, de hacienda.

lunes, febrero 27, 2006

Lispy

('Artemus ('Gordon ('Ross ('Martin ('Martin ('Rosenblatt))))))
('Jim ('West ('Robert ('Conrad ('Konrad ('Robert ('Falkowski)))))))
('James '(?) ('Marlow '(?) ('Józef ('Teodor ('Konrad ('Korzeniowski))))))

(El trabajo del actor (del escritor (del narrador (del ...) es la operación de citar (O al revés?) (Citar es dejar de utilizar lo que hay dentro, olvidarnos (Si sustituimos lo de arriba por algo como '( '(Conrad) or '(West)) no entramos dentro del paréntesis (Jim West es (West '(Conrad)...) Falkowski es (Conrad '(West)...) (O sea, congelamos parte de la identidad,pero la identidad no es congelable, no es un pronombre que se mantenga de mundo a mundo (La identidad merece que nos fijemos en lo que cada cosa es cada vez (Ross Martin es todos sus disfraces (Paris vaut bien une mise en abîme))))))))))

domingo, febrero 26, 2006

Vida general sana

Novedad: equilibrio de género. Los demógrafos y los terminólogos, éstos a la violeta, y el infanticidio femenino. Reportaje que apunta a una realidad, como se dice también en fraseología a la flor del erukkam.
Las páginas deportivas (web, sobre todo, y no sólo deportivas) nos informan de la supervivencia del vocablo “féminas”; con su tendencia al plural, como se comprueba. Incluso en la denominación de un equipo o de su sección femenina (tilt!). Ignoramos si las deportistas aprueban la denominación. Para algunos las nadadoras siguen siendo ondinas. El verbo es el espejo del alma. Esta clase de alma la hemos heredado, pero ni de los genes ni de principios físicos generales actuando epigenéticamente, que diría Jesús Gil. Sobre el cerebro existe muy buena bibliografía.

Recensio recensionis o Saint Peter's pants

Javier Sampedro (1) escribe sobre el libro de Jesús Mosterín:
La mitad de este libro es más bien biología, y la otra mitad es más bien filosofía, pero no hay que ser biólogo ni filósofo para leer ninguna de las dos.
La maldad nos dicta la coda: “y mejor no ser ni una cosa ni otra”. Ahora, ¿qué significa ese “más bien” que se repite simétrico?¿Es más bien una cosa u otra? ¿ O no será más bien Mosterín? Continúa Sampedro:
Ni siquiera es necesario tener un especial interés por esas dos materias, porque el verdadero asunto de este libro es usted: un homo sapiens bombardeado por opiniones ajenas y contradictorias sobre el respeto a las otras culturas, el encaje de los nacionalismos, las políticas lingüísticas, la relación entre Iglesia y Estado, la discriminación de la mujer, el modelo educativo y los riesgos del progreso científico, por no hablar de temas como la selección genética de los hijos, la sedación de los enfermos terminales, la eutanasia y el suicidio asistido.
"No sabía", le replicaría un lector inocente y que al parecer no recibirá un bombardeo mosteriniano (otra cosa es que leyera el Diccionario de lógica y filosofía de la ciencia del mismo Mosterín y de Torretti; se vería inmerso en la apasionante tarea de estudiar geometría diferencial con un diccionario.) Pero, en fin, lleguemos al cogollo:
[…] la libertad, la lengua, la cultura y la religión son atributos del cerebro de cada individuo, y por tanto no pueden atribuirse a la nación ni a la comunidad cultural donde se alojan los individuos. Y para eso ha escrito este libro, para mostrarle cuál es su verdadera naturaleza, lector, y para permitirle de este modo una discusión serena y racional de todos aquellos grandes principios que le pueden estar amargando la vida. Y la muerte. Si "el ser humano se volverá mejor cuando le enseñes cómo es", como dejó escrito Anton Chéjov, este ensayo filosófico puede convertirse en el libro de autoayuda más eficaz de su estantería.
Si hubiera sabido Marty Feldman, Igor en El Jovencito Frankestein (si discernibles) que lo que llevaba en las manos era sujetos de tantos y tan buenos atributos, habría tratado a los sesos temblones de la película con mayor unción (2). Al menos con un castillo y laboratorio a temperatura ambiente, pues como nos recuerda Sampedro:
El pensamiento de Mosterín se basa en una especie de ética estadística. La nación, la comunidad, el pueblo y otros grupos son meras entidades estadísticas.
No tienen cerebro, y por tanto no pueden tener libertad, cultura, lengua ni religión, que son atributos del cerebro y sólo pertenecen a cada individuo. El error de los nacionalismos, las religiones y las ideologías totalitarias es que pretenden encajar a los individuos en un molde colectivo -la cultura del pueblo, la religión del país, la lengua de la nación-, cuando son los moldes los que deben adaptarse a los individuos, y no al revés.

Por eso cuando nos quemamos, no nos quemamos nosotros ni se queman nuestros tejidos o nuestras células. Se agitan más fuertemente algunas de sus (¿nuestras?) moléculas con los procesos físicoquímicos consiguientes. Como se agitará Rudolf Carnap en su tumba, pongamos por ejemplo. Como se agitará Blake Edwards con la nueva Pink Panther, ¿o era Pant Pinker?
(1) Con provecho se leerá su Deconstruyendo a Darwin o esta entrevista.
(2) Y la pobre Mary Shelley incluyendo episodios ambientales o nurturales en su novela, como nos recuerda nuestro sinódico Gould.

Uomo qualunque

No es un hombre cualquiera. Es un buen oficiante, rara avis. Con su tópica sin fisuras, adula su homilética al Sumo Sacerdote, el centro del culto en estos tiempos, el hombre hecho Dios y el Dios hecho hombre, que severo regala de cuando en cuando su sonrisa tópica (de topo) a los fieles. Y si de tópicos se trata, no se olvida de acudir al último lugar con que regalarle los oídos al Sumo. El dolor y la pérdida no se harán vagos, se reforzarán en las escaramuzas de estos tiempos.

sábado, febrero 25, 2006

Blank Check Companies

Aunque lo primero vamos a decir es estrictamente histórico conviene aclarar que su vida era relativamente ordenada. Entonces. No hablaremos mal de aquellos años. El lector verá que nos reservamos para el día de hoy. Simplemente, durante un período de tiempo más bien breve se relacionó (y nadie supo de qué modo) con mujeres algo mayores que él. Conviene expresarlo de este modo porque no se trató de prostitución ni mucho menos, lo que no impidió que nos lo tomásemos a la chacota verde. Si un día le sugerimos un futuro honrado como gigoló, nos replicó:
- En realidad, soy una blank check company. Quizá si lo pongo en plural, lo son mis amigas, que hacen de mí lo que quieren que quiera que haga.
Se dejó llevar por metáforas de este tipo, que parecieron apoderarse de su lengua y luego de todas sus vísceras. Un mal como otro cualquiera. Fáciles de traducir y con problemas en los plurales: hombres de paja vs. hombre de pajas; inversión genitiva con invariancia semántica: gobierno marioneta o marioneta de gobierno, y un etcétera etéreo, que debe de haberlo, pero no se nos ocurren más ejemplos. Esos de las metáforas (bull market, vulture fund, onychophore velvet) fueron sus años de interregno. Comprobaremos en un momento que ha sustituido las metáforas por el arte de la cita. Habremos de imaginarle antiguas verbenas o una discoteca heredada de su padre.
Arrastrado y arrasado, ahora es un estratega económico de café, su sólida fundamentación es una magra cartera de acciones y su metodología el ocio que le aporta una correduría de seguros inmóvil. Los últimos movimientos de la oligarquía (je!) le han devuelto a una juventud militante y sus argumentos parecen oscilar según el viento de cada mañana.
- Lo que me decíais. Ahora sí que soy un puto sin un puto cliente, un editorialista mudo. Le doy a la realidad un cheque en blanco. Qué más da si se lo cobra todo.
Así le dejamos, abandonado a la metafísica o vaya a saber uno si perdido en una nostalgia profesional insoluble. Se recuerda y el espejo le traslada a otro espejo de otro bar. Canturrea frente a la copa: “Como tu cielo no hay otro cielo porque es el cielo de Veracruz.” México en España; en este caso, guapeza aguda de g(h)uapango, tierra de conejos en tierra de conejos.

viernes, febrero 24, 2006

De amicitia

Andreu Mas-Colell nos dice (peaje toll):
Por ejemplo, yo tengo, afortunadamente, muchos amigos españoles, gente, por descontado, muy civilizada.
No puede pensarse que el autor se propusiera sorprender con la revelación. Claro, uno puede tener amigos españoles, pero estarse quitando. No juzgamos favorablemente esta retórica, si bien esto no afecta al juicio que nos merezca el resto de las reflexiones con que Mas-Colell se conlleva con su lector. Así, añade en una observación que nos parece vivida y, desafortunadamente, vivible:
No sé muy bien que piensan muchos de ellos del tema catalán (aunque tengo mis sospechas). Por elección mutua, y tácita, procuramos relacionarnos alrededor de las muchísimas cosas que nos unen y evitar las que, quizás, pudieran separarnos. Es como [si], sin decírnoslo, nos hubiésemos puesto de acuerdo en no estar de acuerdo.
Nos preguntamos si la amistad consiste en la falsa piedad de no decir la verdad a quien sea o de no escuchar a quien nos la dice. Pero vayamos a interrogatorios más numéricos.
El lector, si es catalán, puede interrogarse sobre sus amigos españoles no catalanes. Si no es catalán y es español sobre sus amigos catalanes converso modo, que no sabemos muy bien si es aquí expresión adecuada. Un ejercicio mejor es el de, si es -pongamos, es un poner(1)- santanderino, preguntarse por sus amigos, pongamos otra vez, andaluces y catalanes. Ganan los primeros o los segundos. Ojo que para ser andaluz no hace falta bailar sevillanas ni para ser catalán bailar la jota, ese baile tradicional de Cataluña.
Nuestro sujeto experimental en nómina, si bien no es santanderino, lleva contabilizados números parejos de amigos, amistades y conocidos catalanes y andaluces, ha manifestado rehuir en sana metodología los problemas de doble asignación y, en cualquier caso, no ha encontrado resultados estadísticamente significativos que le hagan rechazar la hipótesis nula (esto es, que los de Santander vienen a tener tantos amigos catalanes como andaluces, todo lo demás igualado).
Seguramente, la amistad la controla geografía, pero sólo a efectos agregados. Y eso que
Cicerón dijo aquello de "Verum enim amicum qui intuetur, tamquam exemplar aliquod intuetur sui", que no sabemos muy bien qué quiere decir, pero que no podríamos entender controlled by geography, esto, viniera de uno a otro ponto. Que no nos digan aquello de que "cuando habla la financiación autonómica, la amistad se retira", que no sabemos tampoco -ni latinistas, ni hacendistas- cómo se dice en latín.
(1) Las autoridades cántabras suelen ser puestas por Cantabria y por España, como celebró en su día el mismo Maragall.

jueves, febrero 23, 2006

Al suelo

Las tardes a las tardes son iguales. ¿Conoce el lector las horas en que suelen estallar más frecuentemente los golpes de estado, y decimos estallar porque hasta el momento de su estallido los golpes de estado llevan una vida poco voluminosa? ¿Mañanas o tardes? ¿Unidades que se ponen en marcha a medianoche? En la teoría general de los golpes de estado se maneja el concepto de mimesis, de imitación. Algunos teóricos lo utilizan de manera polar y otros de manera gradual: Hay golpes de estados sistemáticos con todo organizado de antemano, y otros en que se espera que una acción inicial desencadene otras, esto es, determine conductas de terceros, si bien partidarios o aliados potenciales, no acordadas previamente. Los teóricos polares dicen que hay golpes sistemáticos y otros miméticos. Los gradualistas descubren distintos niveles de imitación en cada golpe.
No debe pensarse que los golpes organizados sobre una base mimética sean inferiores. Son más económicos e igualmente exitosos en media. Otras disciplinas proporcionan ejemplos claros de éxitos miméticos. Ahora bien, esta teoría puede corresponder a una ilusión y puede que todos estos ejemplos sean malos. La sombra del organicismo sobrevuela el lugar natural de los éxitos por imitación, que es social o ecológico. Pero el poder siempre agradece el enfoque organicista. Y el organicista concluye que la conducta por imitación es, tarde o temprano, un cáncer. Propende el organicista a la teología política.
El golpe de Tejero y de los otros, o los golpes de Tejero y de los otros los concebimos bajo la modalidad del golpe plural y polimorfo, lo que nos lleva un paso más allá de la gradualidad. Una lección más de modernidad que nuestro país dio al mundo si no fuera porque la historia, y no sólo la chapuza, suele ser polimorfa, etc.
Pero realmente el fracaso del golpe nos revela cómo los golpes son una cuestión de algo as sophisticated as la morfogenética. El golpe nos parece algo, pero es una nube (1) de procesos. Observe el lector cómo esas formas se desenvuelven en el espacio de la retórica, espacio que se expande a cámara rápida desde su cáscara de avellana hasta donde se acaba la asíntota. Nada es. Nos enfrentamos a un teatro de nubes.
(1) Eco dijo una vez que los brigadistas habían meditado no sobre Marx, sino sobre Wiener. Tejero creyó meditar sobre Lorenz y pensaba en Bud Spencer.
Zarra muere, al que aman los dioses (esféricos, megáricos).

miércoles, febrero 22, 2006

Células, madre

Hwang se dispuso a protagonizar una extraordinaria aventura. ¿Qué es la ciencia al lado de la intriga, sobre todo si intriga y ciencia no tienen, ni mucho más, una intersección vacía?
De la gris rutina, de las intrigas menores o mayores, pasamos al engaño globalizado, a la peana para el antihéroe de nuestro tiempo, que tiene sus debeladores y que tendrá su vindicación y su paradoja, un personaje del que veremos la palinodia de la palinodia.
El lector puede aprender estos días más de lo que son las ciencias que en todos lo suplementos que ahora tienen a bien incluir los diarios. 100 años del espacio de Hilbert (que antiplatónico suena) nos informan hoy los papeles, très bien, pero qué es eso si se lo compara con las infinitas dimensiones de la lucha por el poder, o quizá por nada (1). Pero el panorama es especialmente complicado, no una tontería tipo Paul Newman mirando una pizarra con cara de calculista de provincias in the name of freedom.
Como dijo un ingenio olvidado, “no se hicieron la cátedras para la ciencia, sino las ciencias para la cátedra”. La ciencia, que es la ciencia más esa estafa ideológica y política (la gorda, no la peripecia coreana del prometeo desenmarascado) con la que nos desayunamos, esa salvación con la cara de Craig Venter, ese destilado con las promesas haroldbloomianas de un cosmólogo con su beatitud de protohuevo.

(1) Confer:
“A medida que se iban consiguiendo vacíos mejores, iba aumentando la turbación de los aristotélicos.” Hull
“La cuestión es que, aunque, por supuesto, la fuente de financiación sea irrelevante para la CORRECCIÓN de una teoría, no es de ningún modo irrelevante para una explicación (parcial) de su ACEPTACIÓN”. Newmeyer
N.B: Newmeyer pone en mayúsculas dos términos que resuenan con dos términos internos centrales a la teoría de la que está hablando. Lo que está fuera y lo que está dentro, ya se sabe.
P.S.: Técnicas de seguridad: “Usar la razón democrática para evitar atentados.” Compárese con “Shit yourself, little parrot.”

martes, febrero 21, 2006

Elvira Viterbi: Obituario

Quizá lo que recordaremos de ella será su incapacidad para mirar demasiado atrás, a las viejas ofensas o a los halagos de antaño. Alguno sugerirá que era eso lo que le permitía llegar rápidamente a las conclusiones acertadas, decidir sin la rémora de la reflexión inacabable.
Yo puedo decir, después de varios años de trato no demasiado lejano aunque discontinuo, que nunca la entendí. Lo que no es mucho decir, o es una solemne tontería, si un hombre habla de una mujer. Sin embargo, tengo la sensación de que con ella me sucedía lo que con ninguna otra mujer, o me sucedía lo que con casi todas sólo que mucho más: Una lejanía irredimible que su simpatía trataba de cancelar, tan sólo para que más tarde esa misma simpatía viniera a reconocer que era perfectamente inútil, si no acaso como lenitivo o como disfraz tenue para un abismo insalvable.
Mis días con Elvira Viterbi son un laberinto complicado que me conduce, desde la mañana en que me fue presentada, hasta el día de hoy . Nuestros encuentros son los jalones de un camino entre otros. Una conversación en un parque con vocación de ruina en lugar de un apresurado café un día de lluvia; o unas horas en un aeropuerto y no, como diré que sucedió en efecto, un absurdo cruce en unas escaleras mecánicas. Puedo imaginar otros recorridos, soñar tal vez con una caminata inacabable una tarde inacabable, pero me cuesta levantar la losa de este final espantoso, borrar esta estación término que abre tantos otros caminos ya irremediablemente fantasmales.

lunes, febrero 20, 2006

Outside it was raining

O más bien afuera se define porque es donde llueve. Sin embargo, si vamos a:
As the afternoon progressed, yellow clouds began to gather over Place Mohammed Ali...
Entonces, con casi total seguridad no nos sentiremos tan seguros. ¿Dentro o fuera? Y si vamos remontando a:
...when 37 degrees Fahrenheit should prevail both outside and inside, and forever, and the hovering, curious dominant of their separate lives should resolve into a tonic of darkness and the final absence of all motion.
Si hemos llegado allí, lentamente llegado, no veremos si dentro o fuera, no veremos y todo será dentro y todo será fuera.
Bien, la ciencia alimenta metáforas inadecuadas que disuelven la propia ciencia, o lo que la mayoría cree que es la ciencia. Generalmente, todo pasa por difuminar los límites del dominio de aplicación de una teoría. Pero la literatura y la llamada teoría literaria ayudan a que esto suceda de manera aún más efectiva: esto es el fenómeno social por el cual numerosas personas creen que saben algo de ciencia sin ser éste el caso.
De hecho, las teorías de mayor éxito divulgativo son las que se pueden dominar más fácilmente desde una metáfora simplificadora o desde un emblema. Todo se trata de borrar las fronteras entre ciencia e ideología, entre saberes definidos y saberes vagos pero pregnantes, o entre una ciencia y otra, o entre una ciencia y la filosofía…
Las posibilidades combinatorias son numerosas y, a su vez, pueden desenvolverse en una casuística de las que siempre podremos esperar sorpresas. Hay filósofos y teóricos (!) especializados en la atribulación de las masas lectoras con las divinas palabras de las matemáticas y la física, evidentemente mal usadas hasta por metáfora. Sokal denunció este asunto en una ocasión famosa. Sin embargo, el prestigio de la física parece que se contagia metonímicamente a los físicos y éstos, o algunos de entre éstos, se dedican a abusar de su ciencia para hablar de cualquier cosa. La diferencia más palmaria entre un caso –los literatos metidos a científicos– y otro –los físicos metidos a filósofos– es que los últimos no cometerán demasiados errores de bulto a la hora de exponer los contenidos científicos de los que quieren sacar partido, partido retórico y no científico, dicho sea de paso aunque esto sea lo principal que hay que decir. Ahora bien, puede uno preguntarse si no son precisamente los físicos que se escapan de su propio campo los que nos brindan los mayores disparates. Aunque la selección sea sesgada, podemos comenzar con algunos cosmólogos y con algunos psicoanalistas y tratar de conmensurar los sinsentidos respectivos. Puede sospecharse que un Tipler metido a lacaniano nos demostraría, topología y geometría diferencial mediante, cualquier aserto sobre penes, espejos o Granotros. Con la ventaja inigualable de que podría replicar a su interlocutor que no le entiende porque no sabe todas las matemáticas que debería saber (que fue lo que le dijo a Gould, por cierto).
Como hipótesis de partida, puede formularse que las metáforas por ampliación de algunos de estos autores simulan conformar un material totalmente ajeno a las categorías de las que parten mediante una retórica de aplastamiento. Toma tensor que te crió, ya estemos hablando del año en que murió Porfirio. Se trata de hacer olvidar al lector lo que sabe, de hacerle pensar que ahora sí que llega al verdadero conocimiento iniciático, tan bueno, profundo y verdadero como se prueba en su ininteligiblidad.

P.S.: Por eso, será cierto que hay un público lector que huye de los libros de divulgación científica si hay fórmulas matemáticas (como decía aquel hiperbólico editor según el cual cada fórmula hace perder la mitad de los clientes: vaya regresión más progresiva), pero también es cierto que hay un público que compra el libro del que se asegura previamente que no va a entender nada. Es lo que tienen los cultos mistéricos.

domingo, febrero 19, 2006

¡Vaya fin de semanita!

Ah, el humor. Esa suprema elegancia en boca de todas las periodistas cursis. Se trata, a saber, de reírse de uno mismo. Cómo es posible, qué atrevimiento, y en esta televisión autónomica.
Pero hay algo más que una coartada. Reírse de uno mismo es subrayarse a uno mismo. Toma identidad por vía oral y aboral. Si no existieran estos reídores reflexivos, habría que inventarlos. Allí los veríamos, como algo más que un proyecto, porque sabido es que tenemos que mirar al futuro (1). (Una hermosa fórmula para decir que a uno no le pidan cuentas, esas cosas del pasado.)
(1) Lo cual es estrictamente imposible. Como dicen los profesores Celentano y Conte: "non è possibile [...], perchè riferendoci ad un conveniente sistema de riferimento si potrebbe far si che l'effetto fosse anteriore alla causa, cosa che contradice alla definizione di effetto." Las causas se ríen de sí mismas para perseverar en su efectividad.

sábado, febrero 18, 2006

Turning Italian

De otro diluvio, un cuervo. Esquelas con mucho cariño, la maceta espectral. Chicharra de arroyos fríos, a nuestros grifos. Al pájaro le falta calcio. Carambolas a pocas bandas: Hay que decir tres nombres. No, stanotte amore, non ho più pensato a te.
Otro sudoku: del Piave al Ebro, la importancia de llamar elefantes blancos, las lejanas líneas, licores dudosos. Reflexivas partidas de caza mayor.
Es fin de semana. Lecturas vagas. Ubi solitudinem faciunt, urbanitationem apellant.

viernes, febrero 17, 2006

Prof. Dr. Celentano

(Sulla Teoria della Relatività Ristretta)
Due osservatori in motto rettilineo ed uniforme uno rispetto all’altro: Uno fermo su una strada, l’altro su un treno, ma il treno dei desideri nei miei pensieri all’incontrario va.(Spostamento Doppler, ma troppo azzurro)

jueves, febrero 16, 2006

Let's face the music and dance

Lo aguantable y lo inaguantable como categorías estéticas. Pagamos por ver a alguien bailar mal. No lo hacemos por oír a alguien cantar mal. Será la voz y la palabra. A quien habla o canta se le exige mucho. La hipótesis alternativa es que concibamos el mal bailar como un género cómico con sus propias reglas y su estricta disciplina. Quien baila mal tras recibir muchas lecciones nos convence de su rareza, de su singularidad, de su mérito. O, alternativamente otra vez, de lo trabajado y riguroso de su arte. Pero cantar mal es simplemente cantar mal. No parece haber un arte de cantar mal; hacerlo es un recurso mínimo de las artes representativas: la orquesta que simula que no ha empezado y es éste grande arte, la actriz que representa a la actriz que fracasa con su voz cuando había triunfado con su gesto, el vate engorroso y sus ripios ulteriores. Personajes irredimibles más allá de los dos minutos de intervención. Pero quien baila mal tiene más recorrido. Persevera en su ser, comme il faut. How can we know the dancer from the dance? And the singer from the song? Que se lo pregunten, y en músicos callados contrapuntos, a Paula Vazquez.

miércoles, febrero 15, 2006

Optimismo infundado o a quién se lo está diciendo

Josep Fontana se entrega en El país de hoy a consideraciones de complejidad computacional que se acercan al estándar NPI. No podemos coincidir con él en algunos de sus cálculos porque revelan éstos un optimismo, valga la redundancia, infundado. Dice el historiador:

Nada puede ser más nefasto que confundir la idea del "Estado", una comunidad de ciudadanos libres, iguales en derechos y en deberes, ligados al gobierno por un pacto social que se renueva en cada votación general, con la de la "nación", un concepto de identidad cultural que ninguna ley -ni constitución, ni estatuto- puede imponer o prohibir, porque pertenece al dominio de la conciencia.
Esa dañina mentira que es el "Estado-nación", una invención jacobina que sirvió en el siglo XIX para completar el proceso de homogeneización de algunos Estados que llevaban ya siglos por este camino, ha originado en la Europa del siglo XX millones de muertos y procesos monstruosos de limpieza étnica, que han implicado el desplazamiento de grandes masas de población.
Hay en el mundo actual unos 200 Estados y más de 2.000 etnias y nacionalidades. Empeñarse en esta malsana identificación entre el Estado y la nación podría conducir o a 2.000 guerras de independencia, con muchos millones de muertos, o a 2.000 actos de asimilación forzada y de genocidio cultural, no menos condenables. La única salida racional de una situación semejante es la del Estado plurinacional que garantice la convivencia en paz y tolerancia de etnias y naciones.

Que Fontana nos relate o nos resuma la historia de los siglos XIX y XX entra dentro de su oficio, incluido por lo visto que nos cuente los acontecimientos y los procesos al revés de como fueron. Nos puede explicar Fontana en la siguiente entrega cómo se definieron las naciones en un estado como la Alemania de los años treinta, o llegado el caso cómo se separaron, en nombre de la nación alemana y del estado alemán y de su conductor de tranvías. Garantizar la convivencia en paz y tolerancia de etnias y naciones: Ominosas palabras.Pero esto lo apuntamos no a la cuenta de los lapsus, sino a la de los disparates en que incurre necesariamente quien no sabe qué es una nación en sus diferentes especies, un estado o una etnia.
Modestamente nos limitaremos en este intermedio a la crítica de los optimistas cálculos bélicos del tercero de los párrafos citados. Por un lado es cierto, que las guerras de independencia podrían o deberían ser menos de 2000, porque excluimos la posibilidad de que una etnia se independice de sí misma. Ahora, por otro lado, no debemos pensar que estas guerras de indepencia sean puras. Imaginemos una distribución homogénea de a 10 etnias por estado. Seguiríamos siendo optimistas si se dieran procesos de escisión (de 10 a cinco; de cinco a tres y dos, etc.) porque eso nos daría sólo 9 guerras por estado, 1800 en total, mejor incluso que en un escenario de 200 etnias hegemónicas en cada estado y 9 guerras sucesivas de las etnias dominadas contra la etnia dominante, porque se acabaría antes, ceteris paribus. Sin embargo, el lector prudente juzgará acerca de lo papirofléctico de esta hipótesis. Lo más fácil es que hubiera más guerras, otras guerras de anexión, cambios de bando, matrimonios tipo rapto de las sabinas o tipo secta Moon, quién sabe. Muy simplemente, si hay doscientas etnias malvadas que se han constituido en etnias hegemónicas, no podemos sospechar que muchas de estas guerras no buscarían nuevas hegemonías. Sabemos bien que no pocos descartarán esto último pues ya sabemos que hay pueblos (digo etnias) malos, mu malos. Y otros mu buenos, con una burguesía que hasta dejaba a su proletariado manifestarse contra el dictador (en un sano reparto sin mezcla de hostias y millones). Por otro lado, los genocidios culturales sí podrían ser más económicos porque, una vez puestos en marcha, en seguida se finiquitan. El problema es que se pueden inventar después con más facilidad que las guerras, siempre más contundentes y noticiosas, con las dificultades contables y estadísticas consiguientes.
Si se nos permite dejar aparte estas tonterías y las que no lo son tanto, ¿puede alguien en su sano juicio académico o ciudadano sostener, y no decimos que Fontana afirme semejante cosa, que las guerras lo son todas entre etnias, esos entes inmutables que atraviesan la historia desde que Nemrod andaba tirando flechas? ¿Lo fue la guerra civil española de 1936? Pero lo peor del caso es encontrarse con el historiador que reniega, alma bella, de la historia. ¿Damos a reset y borramos los “siglos por este camino”? Igual, los historiadores querrían ser etólogos, domadores o dibujantes al carboncillo.
Para no discriminar entre los nacionales de las naciones, territorializadas claro, se impone la homogeneidad (así no habrá exclusión ni marginación social, se nos dice en no pocas ocasiones). Hermoso argumento. Cuando entra la raza, la homogeneizadora no funciona salvo por ingeniería genética o por genocidio. De paso, concluyen que las naciones son la fuente de legitimidad para lo más relevante de las legislaciones aunque no lo afirmen: Así se fabrica un estado plurinacional. O, aunque afirmen que “la "nación" [sea] un concepto de identidad cultural que ninguna ley -ni constitución, ni estatuto- puede imponer o prohibir, porque pertenece al dominio de la conciencia". ¿No estamos viendo que se hace todo lo contrario y que la legislación se utiliza para construir esas naciones? Leer a alguien que maneja un artefacto como “identidad cultural” se hace demasiado cuesta arriba, pero lo que los discurrires bienpensantes de progresista sumiso al orden nacionalista nos descubren a su pesar es que no hay etnias ni naciones (étnicas) dadas fuera de la historia y que, por tanto, quien funda en ellas su discurso o su acción es un aprovechado, un delincuente o un simple botarate.

martes, febrero 14, 2006

Y venía de sesgar / y con la morisca al hombro

Medios piadosos corrigen la culta hispaniparla del Presidente del Gobierno. Ahora bien, el problema es que también, como dijo, sesga las vidas el terrorismo. No sabemos si sesga, si tuerce, lo que alguna fue mínima elegancia de algunos. Puede que no la hubiese nunca y puede que el problema sea que el sesgo a todos se nos supone. No es lo que se dice que se hará, sino quién lo hará. Nosotros venimos del sesgo y sesgamos todos.
El Comisionado dice que la universidad le necesita. Para sus tres o cuatro años de gloria, hay quien no pierde la ocasión de afearle el estornudo. Haga lo que haga. Suerte del Comisionado pues le igualan deméritos y azares. O sea, que los azares también resultan sesgados, según la aberración del cristal con que.
Las agendas se sesgan a favor de la querencia. Los hechos y su relato sesgado rebotan hacia un nuevo balance del sesgo. Sesgados entre peñascos avisa una voz y los nautas ignoran el sesgo de la quilla y el torcido mástil. Apocalipsis sesgado. La muerte siega sentada. Sesgo automático. En un viejo país sesgado, ineficiente, débil e inconsistente. Esto es la descojonación. ¿Hacia qué lado sesga usted?

lunes, febrero 13, 2006

Ficción

Cuando parecía que no sólo su relato había llegado a su fin, sino que la velada no podía avanzar un paso más y lo único que restaba era levantar la reunión y cambiar la compañía por la soledad de cada dormitorio, se incorporó con los brazos en alto, como un director de orquesta que se detiene para dar comienzo, según una interpetación cursi de su oficio, a la cuenta cósmica del tiempo. Movió las manos hacia delante, los antebrazos inmóviles, y nos dijo:
“Lo mejor que tiene la mentira es la lógica. La lógica y la retórica. Pero eso no quiere decir que no aprendamos de las mentiras o de las ficciones. Y no sólo a la contra porque algún engreído nos venga a sacar de nuestro error infantil, de nuestra interpretación ingenua. Por muchas más cosas, pero quiero que vean sólo el argumento del engreído. Seguramente es impecable cuando atiende al caso singular. Cuando se eleva, digamos “eleva” tomando invertido el eje de las íes (1), sólo alcanza un principio general cuyo significado práctico sólo puede venir con su enfrentamiento con otros principios. No es una ley, ni puede serlo.
"Sin embargo, el engreído, que lo es porque amonesta a los demás acerca de su ingenuidad, reconoce la posibilidad de verdad en un relato. Un relato puede ser verdadero o falso. Si es verdadero aprendemos; tal vez aprendemos algo irrelevante. Pero que pueda ser verdadero o falso nos revela algo acerca de la idea de verdad y de sus relaciones con la materia y la forma de ese relato, verdadero o falso.
“Ahora, esta noche, yo les he contado una historia de cuya verdad o falsedad no voy a decir nada, pero ¿se atreverían ustedes a decir que no han aprendido de mis énfasis y mis subrayados qué puede ser la verdad de un asunto? Y perdonen la inmodestia. El engreído del argumento era yo, sin duda, aunque todos los somos cuando nos dan una máquina de escribir(2). Las hipótesis y aquello de que hablan. Lo de Aristóteles, el deber ser de las cosas para saber de qué estamos hablando cuando hablamos de los hechos con algún abogado (3).
(1) Gustaba de las analogías matemáticas más o menos accesibles. Se refiere, claro está, al eje de ordenadas. Lo cierto es que quien transcribe sus palabras, se ha encontrado con una dificultad a la hora de escribir algo así como”Ys” o “yes”. Al escribir “íes”, el transcriptor tiene la sensación de que habla del plano imaginario, mejor dicho, del plano complejo.
(2) “Máquina de escribir” era para él un término genérico que iba del lapicero al ordenador pasando por la palabra hablada, a la que no parecía dispuestos a renunciar, así sólo salieran verdades de su boca.
(3) Puede ser interesante recordar que sobre todas sus obras, él estimaba un breve ensayo de título El individuo disuelto, donde venía a decir que en determinados géneros de discurso la historicidad de las peripecias individuales era tributaria de un número elevadísimo de considerandos, de los cuáles sólo podíamos saber algo con el entrenamiento de la mentira y de la ficción, aprendizaje que no es muy diferente de la propia vida.

domingo, febrero 12, 2006

Breve

Día de paseo por el monte. Aclara: el monte es una estación de esquí. Y además todo el monte es cultura. Aunque igual en una estación de esquí hay algo de naturaleza humana, la cual, en fin, no se sabe muy bien en qué o en dónde dejarla.
El monte es de todos y los remontes de los que llevan forfait. Hay dos tipos de montes nevados (no digamos montañas nevadas, que es domingo): con niebla y sin niebla. Los días de sol son interesantes para el geógrafo aficionado: Asia a un lado, al otro Europa y allí al frente la Cordillera Cantábrica. La nieve allana el mundo. Incluso lo que se halla a tiro de piedra, pero cuesta abajo un tiro de piedra es mucho. Por cierto, a la izquierda casi vemos las tierras del Cid, o las vemos seguro.
Falta agua y nieve para antes de la primavera. Agricultura y agua de boca. Pero agradezcamos a las estaciones de esquí su profunda lección ontológica. No hay naturaleza; no hay cultura. Las obras de los hombres no dejan nunca marchar a los hombres, pero los hombres no saben lo suficiente de sus obras como para dar su obra por concluida y cerrada, toda ella. Obra de quién, la naturaleza se desconecta como se desconecta una placa tectónica de la gota de agua en que se resume el carámbano que está ahí porque ahí alguien corto la roca que emergió hace tiempo sin que supiera nada del pájaro que cantaba tras una tormenta sólo matizadamente primordial.

sábado, febrero 11, 2006

Compresión

El durmiente a medio despertar oye en la SER -quandoque bonus dormitat (bonus ad machinam ludens)- al resumidor Sotillos que entresaca del artículo de Fernando Savater en El país d'aujourd'hui los razonamientos que siguen:
En segundo lugar, hay personas cuya convicción en el terreno religioso no es una fe en algo sobrenatural, sino un naturalismo racionalista que denuncia como nefastas para la humanidad las supersticiones y las leyendas convertidas en dogmas. Tienen derecho a practicar su vocación religiosa como los demás y son tan piadosos como cualquiera... a su modo. Voltaire o Freud son parte de nuestra historia de la religión ni más ni menos que Tomás de Aquino.

En su más duerme que vela, viene a entender algo que sin duda dice Savater -allá él- pero que no parece buen resumen del artículo que leerá algo más tarde. El ex durmiente sostiene que Savater soluciona los problemas borrándolos: goma estipulativa que estipula que no hay problema. Con todo, ya despierto, siente que el resumidor ha hecho un trabajo inapropiado.
Ni a él ni a quien transcribe aquí sus hipnopompas les mueve un especial ánimo crítico para con Sotillos. Ambos son también resumidores. Sotillos mismo ha comentado con Angels Barceló en el programa que interrumpió el sueño del durmiente que un titular “editorializa”. Resumir y sesgar se resumen, resumimos.
Pues la síntesis puede hacernos perder el hilo del discurso tranquiliza el transcriptor al durmiente y añade:
-Javier Pérez Royo en el mismo periódico informa de que irreprochables tribunales europeos han fallado contra la libertad de expresión de personas críticas, digamos o resumamos, con la Iglesia católica o con la religión cristiana. Concluye JPR y cito:

Hay mucha hipocresía, mucha soberbia y mucha prepotencia en lo que se está diciendo y escribiendo estos días.

-Sin embargo, nadie ha dicho demasiado sobre las iniciativas judiciales de los grupos mahometanos -observa el durmiente, envuelto en una nostalgia un sí es no narcoléptica.
La relevancia de la información de JPR se muestra ambigua en este punto. A cuento de qué viene lo que dice, se preguntan transcriptor y durmiente. Aunque ambos se abstienen de cualquier temeridad en su juicio, coinciden en que la conclusión del artículo les parece desconectada. Húrguese en lo implícito de la línea argumental, a ver qué supuestos nos mueven comprensivos hacia conclusiones tan razonables como socialdemócratas. ¿Hemos recorrido unos argumentos u otros? ¿qué debemos acabar concluyendo que concluye el autor?
Parece inevitable concebir la interpretación de cualquier texto (y la interpretación de lo que propone a efectos prácticos si es el caso) bajo la especie de compresión. Nos quedamos sólo con una parte. Si de un texto nos quedamos sólo con una parte, diríamos que la lectura es la toma de una parte, pero que el texto es un todo virtual, nunca accesible como tal todo. No es nunca todo el texto.
El texto tiene también partes que se dejan describir a determinados niveles de representación, que dicen los técnicos, pero interpretar es conectar ese texto con otras estructuras que siempre borrarán (y aquí comprobamos, no estipulamos) algo del primero. Pero estas afirmaciones, como la pmsima palabra estructura, son excesivas para un transcriptor, quien, casi siempre, se ve obligado a resumir.

viernes, febrero 10, 2006

Turing USA

Al poco de llegar se pregunta cómo es posible que la llanura esconda el curso de agua, apenas a centenares de metros el gran árbol, no más lejos haga desaparecer el cobertizo. Pasa el tiempo entregado al cálculo que resolverá de una vez por todas la contradicción entre la llanura infinita sólo desbordada por eso que nos imaginamos que debe ser la redondez de la Tierra y la multitud de pequeños parajes que desafían la homogeneidad de lo visible.
Él confiesa que durante su etapa americana, especialmente viajera y presidida por el automóvil, estuvo entregado a cálculos inabarcables, enfrascado en idas y vueltas en que sus argumentos antiguos se combinaban con símbolos cuya inteligencia era de una calidad evanescente. Estuvo, en fin, envuelto en laberintos lógicos cuya salida no sería nada menos que la solución, la síntesis que cifraría un país y a todo el nuevo mundo:
–Mi aleph sub rosa portátil. Podría decir como el poeta: "Mi ondícula en el cascarón de dos palabras", pero es el verso que he traducido más atrozmente y el original lo puede consultar usted mismo en el volumen que acaba de dejar sobre la mesa.
También señala, sabiamente sin duda, que fue ese país –y él no tiene la misma experiencia temporal para decirlo de otro país, pues, como veremos, el suyo no cuenta– el que le despertó un anhelo sinóptico, el de querer encerrarlo en una fórmula, si bien más sensata que el lugar común habitual, no menos sintética y mucho más nítida. Llegados a este punto su chiste obsesivo muta "sinóptico" por "hipnótico" y advierte que cree en sus cálculos, aun condenados al fracaso, como en los evangelios.
Su país, España, no le había despertado ese anhelo, y eso le parecía síntoma de descortesía difícilmente cancelable: el reconocimiento de la complejidad del propio país –que le llegaba por vía ideológica– se lo debía también a los otros y, en cambio, los había rebajado, los había pensado como resumibles o simplificables. Todavía suele decir él, como quien acaba de esculpir una frase feliz, una frase que, sin embargo, ha repetido ya tantas veces:
–Yo padecía, estaba terriblemente aquejado de fiebre simplificadora.
La había sufrido en San Francisco y también en San Diego. Luego, más acuciantemente, en casa de unos amigos cubanos en Miami. No le importó a su enfermedad tener que desplazarse al interior, a Kansas City, en Missouri, y permanecer allí durante un trimestre. Tras dos años en Washington, recaló luego en Iowa City, pero no permaneció más de un mes en su universidad. No le importó a sus cómputos; sólo tuvo más grano para su molino, que es un chiste también suyo. Siguió con sus cálculos a la búsqueda del epítome:
–El año pasado volví allí, no a los mismos lugares quiero decir. Hacía treinta años desde mi regreso a España, pero me encontré con algo que conocía bien. Volví o me volvieron a visitar mis antiguos cálculos, mis ghosts in the machine familiares. El paisaje de símbolos y emblemas que yo había habitado durante los mejores años de mi vida. El que me había rodeado como los campos de cultivo de Iowa. El paisaje del que no consigo librarme.

jueves, febrero 09, 2006

La secta universal

La primera acepción del Diccionario de la RAE 22ª ("Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica") es la adecuada. Véase que la secta se define con respecto a una totalidad en la que se incluye y de la que también y a la que de algún modo excluye.
Es una parte (con esa parcialidad de la que hermosamente, como lexicógrafo, como legislador antiguo, habla el DRAE). Por eso, equiparar en el límite la parte con el todo, sin ser movimiento exclusivo de la falsa conciencia, no le es ajeno. Los vampiros convierten a los humanos en vampiros, pero necesitan humanos. Los elegidos, los puros no pueden ser la clase de tropa y clase de tropa siempre se necesita. Ya se ha dicho muchas veces lo primero y lo segundo sólo lo ignoran los muy tontos. Una clase no puede ser toda la sociedad política ni toda la humanidad. Ideología de la mala, filfa pura, un tema para que Borges juegue un paso más allá del final de la asíntota como si la asíntota alguna vez secase a la recta que acompaña, en la lucha final. Pero esto es otra historia que dejamos para otro blog o para otro glosari.
Todos juntos en unión es un todo que señala, deíctico, no categórico. Es un todo de muta. La muta muerde a los otros. Sabe que no puede crecer porque es su parcialidad la prueba de su facticidad, queremos decir de su esencia misma comprobada en su contundente ocupar el mundo (vea el lector qué fácil es decir trivialidades en estilo que recordará a Martín).
Coda: pero la muta no es ajena al derecho administrativo, a la burocracia que no descansa y que se infiltra, que permanecerá (Götz Aly, La utopía nazi. Cómo Hitler compró a los alemanes, Barcelona, Crítica, 2006).

miércoles, febrero 08, 2006

Dos varas de medir costillas

Prestos a participar en batallas que acaben con dos tedéums. Prestos a pintar las batallas de excursión campestre. Se lee en una página web: "As a mark of respect to the large number of dead in the recent Egyptian ferry disaster I have decided to remove the images". Ilación, consecuencia. De no ser por ellos, aquí seguiríamos. Incluso, si el número hubiera sido pequeño, quién sabe cuál sería la política editorial, por llamarla de tal manera, de la página de marras. Si hubiera naufragado un ferry escandinavo en el Skagerrat, ¿entonces, qué? Ilación, consecuencia.
Sólo nos queda seguir investigando el desgranarse de las inferencias, de las deducciones, de las casuísticas pertinentes, de los contraejemplos relevantes. El mensaje es que todos deberemos lucir el cartelito preventivo de don’t disturb, de no molestar a nuestros políticos. A los 1200 millones da igual que les molestemos, pues sus respuestas, en fin, como las nuestras, son previsibles una vez declarado el incendio. Sólo faltaba darles la razón en cuanto a la calidad de las chispas, lo que todo los políticos occidentales están haciendo a coro en esta época en que ya tantas cosas parecían canceladas, en que pensábamos que ya nada era combustible. Ni siquiera los cuerpos de los responsables de una ofensa cuando ésta “la han cometido individuos muy concretos, con nombre y apellidos, que tentaron al destino ya sea por imprudencia o por deliberada provocación”, que dice un experto: "Ha sido él", traducimos en tres palabras.
La inmiscibilidad sólo se soluciona cuando una de las sustancias se ha sustituido por otra, más o menos de extranjis histórico: A ver cuál de las dos es la que desaparece. Faites vos jeux, que todo es ilusión, seulement une illusion, que estamos en la República, no sabemos si jacobina o jacobea.
Por lo que aquí se aboga es por aclarar qué son las chispas, cuáles sus virtudes y cómo se tratan. Otra cosa es la estopa con la que los millones anden vestidos. Comme d’habitude.

martes, febrero 07, 2006

Expulsados

Y si la épica no se hubiera degradado. Si la épica siempre hubiera sido esto. Pero, diremos, aquellos relatos inmensos, ejércitos y héroes singulares frente a frente en las hileras poderosas del verso, pie a pie, forzando el paso tras el peán coreado bajo el Sol, aquellos relatos, insistiremos, no son las intervenciones descosidas de los portavoces de ahora. Pero si realmente lo son, si los broncíneos hexámetros no son más que torpes simulacros que nos engañan, entonces de qué sueño estamos despertando sin la consabida rosa o sin la espada.
Supongan ustedes que grandeza y literatura nos han engañado por vía estupefaciente. Aquella hendíadis fue espejismo y sombra. Dónde entonces estas líneas. Sospechamos no ya de nuestros sentidos sino de las apreciaciones compartidas, tradicionales, inconmovibles, no porque sean banales o infundadas, sujetas a revisión como diría un demócrata, sino porque son falsos monumentos que arderán al final del verano o caerán podridos tras las primeras lluvias. El presente se desenvuelve con torpeza secular. Mientras, los del gabinete de comunicación van al rescate. Se trata de borrar huellas, pero siempre queda algo. De lo que acaba resultado bello, contentémonos con observar, pronunciemos bien, dejemos en puntos suspensivos al león, dos puntos, ex ungue.

lunes, febrero 06, 2006

One Thousand Alamuts

“Hagamos uno, dos, muchos alamuts.” La idea no es nueva. Multiplicar los vietnams fue una estrategia plausible, pero ¿estrategia de quién? En el caso de los vietnams, se trataba de la revolución y más concretamente de quienes pretendían la consecución de estados socialistas alineados con el comunismo o el socialismo realmente existente.
Los comandos dormidos, insertos en Occidente, nos pueden hacer pensar en unos alamuts más bien austeros y poco prometedores en el capítulo de las diversiones, lo que no habría de restarles eficacia. Antes al contrario, se pensaría desde el casticismo. Ahora bien, si pensamos en un estado islámico universal como referencia, veremos que la cosa está aún menos clara de lo que pudo estar la multiplicación de los vietnams de hace ya cuarenta años.
La guerra santa se enfrenta al problema del estado que puede surgir de la misma, pues ése es el problema de cada gran guerra. La tesis sería que el estado a que se tiende, si es estado, debería ser capaz de sostener otra guerra que la terrorista y debería también haberse formado sobre una guerra distinta a ésa. En otras palabras, del terrorismo no puede surgir un estado, si no media una guerra de otro orden. Esta tesis no alcanzaría a situaciones en que ese futuro estado fuera el resultado de la expansión, secesión o hegemonía de un estado ya existente de manera efectiva o planificada (jugando siempre a favor de los intereses de las potencias), pero los terroristas de los que tratamos aquí no dicen “vamos a constituir tal estado identificado con tal o cual ficción o realidad histórica”, sino “vamos a implantar un nuevo reino tan ancho como la tierra”.
A esa tesis se enfrenta aparentemente la idea del método terrorista como método posible o como escalón previo a una guerra de guerrillas (según la ortodoxia maoísta) o de otro tipo.
Pero quizá el terrorismo islámico no pueda dar lugar al sujeto que conduzca o sostenga tal otro tipo de guerra, si no es precisamente por la mediación de un estado realmente existente; y dada la magnitud de los objetivos, no bastaría la realidad o el proyecto de un pequeño estado. De ahí la importancia estratégica de que no exista un estado fuerte que lidere esa guerra, lo que sería el caso de un estado radical con armamento nuclear o de un estado con armamento nuclear que se radicalizase. En otras palabras, no importarían tanto por sí mismos un Pakistán o un Irán revueltos contra Occidente como una potencia que diera el marco de un estado a la revolución musulmana. O, por volver a lo que conocemos, esperemos que no tengan un Lenin.
Porque es muy posible que el estado islámico universal o hegemónico sea algo así como un imposible termodinámico si no se ciñe a las formas conocidas del estado, que implican una infraestructura y un mercado para un desarrollo tecnológico e industrial adecuado, justo el que corresponde a otro tipo de guerra que viniera a sustituir a ésta a la que estamos asistiendo. También es verdad que, aparte el islamismo, hay potencias que cumplen todos los otros requisitos.

domingo, febrero 05, 2006

Sexo. Sudoku. Hipóstasis

Se levanta tras la iluminación y declama: “una especie con nueve sexos, celosa del populoso coito y cuidadosa de una íntima exogamia.” Puede comprenderse que parte del interés humano de juegos como el sudoku proceda de los laberintos en que se extravía el ocioso solucionador. Asocia configuraciones complejas con configuraciones complejas y desemboca en algún resultado sublime por ridículo o ridículo por sublime. Se incorpora por segunda vez y anuncia a las cuatro paredes que le rodean: “Así es el pensamiento humano, que se proyecta sobre los materiales adecuados para progresar más rápido.” Respira: “Así las matemáticas sin ir más lejos”, ilustra.
La siesta continúa apacible, temerosa de perturbaciones más que perturbada. El periódico es ahora un prisma sobre el suelo. Antes ha sido una pirámide y acabará siendo algo que nos recordará más bien a una esfera, origami final de una tarde contra el muro de la semana, pues las tardes del domingo propenden al otoño.
Eso es la poesía, configuraciones más simples que otra cosa (“L'obélisque quadrangulaire / De mon spleen monte,…” etc.) y la hipóstasis de una nimiedad más otra, que se elevan, enhiestos surtidores, mandangas.

sábado, febrero 04, 2006

Prudencia. Miedo.

Como si se diera un continuo entre prudencia o cualquier otra cosa y miedo. Como si el miedo no contaminase o como si no se notase la extensión de su sombra.
O dicen lo que piensan o piensan cómo éstos nos han fastidiado con sus dibujitos que al parecer se calificarán de frivolidades (por así decir, su enunciación, no el enunciado: ¿diríamos como ilustración y no como ilustrado?).
Donde habita el miedo, allí habitará el miedo.

viernes, febrero 03, 2006

Múnich. Mátrix.

El tópico de The Matrix y sus derivaciones se mueve y se transforma en una clave más bien esperanzada: Existe la verdad. A un despertar traumático le sigue la revelación y una vida verdadera no exenta de batallas, signo de autenticidad, la de tener al peligro por vecino. Retornar a la caverna no desdibuja los contornos. Como podemos prever, el tema puede desenvolverse en una teoría de despertares sucesivos, de falsos despertares, de alguna complicación que, en principio, no tendría por qué venir a empañar la verdad de esa verdad que nos espera al otro lado de alguna puerta.
El límite más natural para las transformaciones del motivo es el de la supermatrix o el de alguna jerarquía gnosticoide de supermatrices. Todo lo que hay, siempre ahí fuera, es matriz, la invencible, la inevitable, la insospechada. Este es un límite en el que el tópico ha forzado su natural hasta transmutarse en su propia negación. Aunque la analogía no sea la precisa, piense el lector en la transformación de un polígono regular que va doblando su número de lados. El límite es el círculo, que no es un polígono. Ya saben ustedes, dialéctica, la chispa de la vida.
Pero es este límite o su posibilidad el que nos hace comprender la paradójica naturaleza del culto matrix: una cosmología que tachamos de falsa pero que a la que volvemos para definir, en sus coordenadas, cualquier cosa con la que hayamos de tratar. Podemos preguntarle a Tipler si cuando vayamos al cielo iremos en forma de bits o si habremos superado también esa omega.
Munich es pesimista. No hay verdad. Sólo descubrimiento de que lo que teníamos por verdadero es falso. Pero el tema es la información, que ya no es verdad ni nada que se le parezca. Una serie de acontecimientos catastróficos alimenta el molino insaciable de la Inteligencia. La información que se te hace llegar dispara torrentes cien mil veces más ruidosos y cien mil veces más capaces de llovernos información sobre mojado. Sólo se trata de poder aprovechar alguna, alguna vez para algún propósito, Humint, inquisición en el límite dialéctico, berdintasuna perdida. Y eso es todo, la caverna o la luz que creímos del día indubitada es ahora un laberinto, una red por la que ya ni vemos pasar los trenes. Simplemente, algunos guardias de tráfico ocupan mejores esquinas que otros.
¿Cómo se despliega el tópico de la desesperanza, más allá de la vida familiar y hortelana? Para contestar a esa pregunta fijémonos en cómo juegan los que parecen estar al cabo de la calle: Vida familiar y hortelana bajo un patriarca suave, que no es más que un simple atajo narrativo. ¿Nihilismo con salsa agridulce? ¿Colaboracionismo, pero con quién o con qué? La única solución narrativa distinta de la muerte o la prisión es el anonimato y el olvido. Cuando esta necesidad de olvido se olvida, sólo nos encontramos con la inverosimilitud, que tampoco importa.

jueves, febrero 02, 2006

Accidente. Clinamen.

Sale temprano de su casa y viaja a otra ciudad con un propósito definido. Pero mal definido. Llega al lugar, pero no es el día. Vuelve a su casa. Digamos que, en aplicación del programa “hacer de la necesidad virtud”, se ve a sí mismo estoico, y ve el estoicismo como un variedad austera del heroísmo. Sin embargo, lo único que ha sucedido es que han jugado con él. Un error atribuible a un funcionario ha jugado con él. Acabamos concibiendo el destino como el encadenamiento de errores que acaban jugando a la divertida ironía punto menos que romántica con el personal.
Demasiado duro que las reglas sean las invencibles y infranqueables reglas del error, que son de las pocas que ni siquiera podemos soñar con infringir. Aquí aparece una ligera variación sobre un tema de Mamet, a falta de otra referencia. Pues la vida es juego, ¿por qué jugar al juego A o al juego B con sus pobres reglas, con las pobres reglas del truco o las pobres también del dólar de Raúl, con la decisión de “dejamos de jugar al nomic”? Son juegos a los que podemos dejar de jugar. No son más que representaciones del Juego con su escenografía de Fénix, su escenografía que es la cárcel intangible, sin límites.
El error es la desviación estoica, el clinamen verdadero de algún marrano epicúreo que preferiría no hacerlo en un mal iluminado negociado del Imperio, el nacimiento del futuro, de la esperanza y de la verdad, el error del jugador con el que los jugadores juegan o el de los jugadores con que juega el inconstante demiurgo, la suerte del principiante, en fin.
Pero su especialidad lúdica, la de nuestro hombre, el que salió temprano de su casa y viajó a otra ciudad, etc., es la de evitar la partida de la sobremesa, el hastío de sentarse hasta la vaga hora del atardecer o de la misma cena, alrededor de las cartas o de los otros adminículos que van perfilando el destino del día y tal vez alguna transferencia menor entre los participantes. Podría, presume en alguna ensoñación, participar en el Campeonato del Mundo en un Las Vegas de jugadores perezosos y renuentes, ludópatas que pierden su fama y fortuna en el juego de excusas y coartadas que les sirven para no completar el cuarteto o quinteto necesario, para dejar a tres tristes trileros aburriéndose con un subastado en franca decadencia histórica o con un abortado parchís triédrico.
Vuelve a su casa poco después del mediodía. Se queja de su suerte, esto es, del error del funcionario, etc. Deja su casa y baja las escaleras con la determinación de un animal inferior y contundente. Tal vez en el café encuentre a algunos jugadores buscando a un colega o a un primo. Va a rehusar. Es el juego de no jugar, es su especialidad. Les desplumará; no les quepa duda.

miércoles, febrero 01, 2006

Mediodía veloz

Le llegan noticias de los grupos, de las maniobras, de cómo las piezas mueven a jugadores que se creían y que ahora son piezas. Una celebración veloz entre viñedos y guardias civiles, pero los hay que no descansan.
Los viejos socialistas ni son viejos ni han sido socialistas (¿qué se puede decir de nuestros tiempos?) pero el halago funciona. Todo halago se adapta a un formato conocido: “Eres capaz de traicionar”. A los demás les mueve simplemente un amago escasamente sutil. Eres de los elegidos y hemos pintado la negra provincia con titanlux. Aquella inmensa minoría tiene esta lectura dígase que irónica, pero quién va a detenerse en números. Cuántos incendios son precisos para que el pueblo se ilustre, se pregunta el filósofo con una tea en la mano. Eróstrato y su rara virtud pecuaria debería hacer arder clasificaciones y taxonomías, pero ese hombre ya tuvo su cuarto de hora. Ahora sólo vale la modestia: somos el inmortal que no dio fuego ni a una gavilla de sarmientos. Sólo una cosa no hay, dijo alguien que no recordamos, pero no recordamos lo que era. Esta es la fórmula, adelante con una crónica impoluta. La firma el hombre que nunca estuvo allí. Que por tanto no puede escapar.