También son las reuniones heraldos de setiembre, decimos en verso al concluir una de las que abren, ahora lo diremos como si hablásemos de otra cosa, la temporada.
Salimos de la reunión y me cruzo con alguien al que
recordamos hace unos días. Entonces, conjeturamos que hubiese muerto. Así, el
encuentro o tropiezo es una verdadera reunión, pero no sabemos si de dos vivos
o de si otras dos especies en su combinatoria fácilmente tabulable.
O no tan fácilmente. Paul Celan se reunió con Martin Heidegger
un lunes y un martes de verano y quizá no sea tan fácil deducir cómo se distribuyeron
los papeles, o siquiera si tal cosa era posible.
La cosa, una reunión, hay qué ver y hay que ver. Este
verano, en una reunión alguien llevó la etimología del inglés “thing” hacia la versión
de este Martin que parece hablar más del arrejuntamiento de trastos que del de
individuos, y hablaba de “thing”, pero podría haberlo hecho de “Ding”. El
argumento le funcionaba igual. A Martin es muy cierto que no se refería, que es
otro alejandrino si acentuamos o no a la española.
En esa reunión tal vez nos reunimos cuatro cosas, The Fantastic
Four monotónicos, acogidos a nuestra propia ley de Grimm y a nuestra
cuaternidad, a nuestra cuadratura. Yo no me llamo Geviert. Y el poeta, que
decía que no podía evitar reunirse donde se reúne la reunión. Qué más quisiéramos
todos y que todos estos absurdos consten en acta.
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